La roja a Mario y el balón parado hundieron al Racing
El Fuenlabrada estuvo irreconocible hasta la expulsión
Hay veces que los partidos cambian poco a poco, y nadie sabe cual fue el detonante. En otras, en cambio, todo el mundo puede señalar el punto de inflexión. El del Racing-Fuenlabrada fue cuando a Mario Ortiz le dio por clavar los tacos de su bota derecha en la espinilla de Ciss. En la misma cara del árbitro. Era el 74’. Como hubiera dicho Vargas Llosa, si fuera racinguista, ése fue el momento en el que se jodió el Perú.
Hasta ese instante, el Racing había dominado a su antojo el juego, el marcador y parecía más cerca el 3-0 que un susto del Fuenla. Los de Mere fueron durante tres cuartos del choque una sombra de sí mismos. Ni intensidad, ni atención, como se vio en el 1-0, la típica falta que se saca rápido con los defensas mirando a los barcos, ni convicción. Cualquier parecido con el equipo que lleva admirando a LaLiga Smartbank desde la primera jornada era mera coincidencia. Ni el equipaje, que ayer mutaron caprichosamente el azul por el rojo.
Con Sergio Ruiz inconmensurable en el centro del campo y la línea de trescuartos, Yoda-Cejudo-Lombardo, destilando calidad como acostumbran, los de Cristóbal Parralo, aun con pocos tiros a puerta, fueron muy superiores, once contra once, a los madrileños. Su mejor partido del año. Sin embargo, la justa expulsión del pivote santanderino y los fantasmas del equipo, que se aparecieron todos, uno detrás del otro, especialmente el de la debilidad a balón parado, hundieron al Racing.
Mere, que no se creía el regalo que le había puesto en su camino el destino, mandó cargar con todo. Dos de sus defensas, Glauder (tras un córner que le regaló el árbitro) y Juanma marcaron el empate. Dos manos de Luca, en sendas acciones de estrategia, impidieron la remontada total.