Vivir del hockey en España no se puede, hay que tener algo”
mundial y europeo, ¿por qué no una medalla olímpica en los Juegos de Tokio?”. El estadio de Oi espera, pero sólo 16 de las 30 que acuden a las concentraciones: “Ese es otro estrés añadido, porque te puedes jugar la plaza con una compañera de habitación”.
El equipo femenino está dirigido por Adrian Lock, un inglés que lleva media vida dedicado al hockey en España. “Nos conoce a todo el equipo desde júniors, porque nos entrenó a muchas. Nos ha profesionalizado muchísimo, con mucho trabajo físico y mental, con un psicólogo”.
Ambas selecciones tienen técnicos extranjeros. Lock es inglés, Soyez es francés. “Lo importante es que somos competitivos. El hecho de que viniera una figura externa a los clubes es bueno, porque no está vinculado con nadie”, dice Delàs. Así se evitan suspicacias, porque el hockey está profundamente vinculado a los clubes y es un deporte muy de familias. “Es imposible de entender sin esto”, ratifica Santiago Deó, que reconoce que en ocasiones la Liga Nacional se ve muy paralizada por los partidos de selecciones.
María López, que ahora milita en el poderoso Club de Campo, comenzó a jugar al hockey por su hermano en el club Covadonga de Gijón, aunque confiesa que en su tierra no era un deporte “normal”: “Cuando llevaba el stick con la funda la gente me decía si llevaba una guitarra”. Más normal era para Miki Delàs, que se formó en la cantera del Barça: “Mi padre jugaba y ahora a los 66 todavía coge el stick y me pide trucos y nuevas técnicas”.
¿Y estos jugadores y jugadoras que miran a medalla olímpica son profesionales? “Vivir del hockey en España no se puede. La mayoría lo compagina con estudios y trabajo, porque exclusivamente no es posible. Hay clubes que dan ayudas, también está el ADO...”, relata Deó con honestidad.
Delàs, que trabaja de community