En el peor infierno
Insultante superioridad germana ● El castigo pudo ser incluso mayor ● La guinda la puso Coutinho marcando dos goles
El Bayern no se inmutó por el empaté, adelantó su presión y la defensa del Barça se deshizo como un azucarillo. Como el que pesca en un barreño, a los delanteros del Bayern les bastaba con esperar a que los peces picaran solos, es decir que la defensa del
Barça perdiera el balón para fusilar a
Ter Stegen. Perisic,
Gnabry y Müller marcaron tres en nueve minutos y si no fueron más fue porque Lewandowski parecía no tener el día.
El Barça agradeció el descanso como un regalo.
En la reanudación, Setién retiró a Sergi Roberto para dar entrada a Griezmann, pero el Bayern a pesar de bajar una marcha seguía dominando un partido en el que el Barça agitó con un golpe de genio de Suárez que supuso el 2-4. Ante ese gol podían pasar dos cosas: o que el Barça reaccionara desde el banquillo y amenazara al Bayern o que los alemanes reaccionaran. Lo que pasó es que Setién se quedó paralizado y el Bayern ante el gol blaugrana volvió a subir las revoluciones y seis minutos después Davies retrató a Semedo para que Kimmich marcara el quinto. De lateral a la lateral. Quedaba media hora y el ridículo podía ser mayor. La cosa ya era de dignidad, pero parecía que dependía más de la piedad del Bayern que del orgullo culé. Pero la inercia jugaba en contra de los blaugrana y Lewandowski en el 82 y Coutinho, sí, el fichaje más caro de la historia del club, en el 86 sellaba el 2-7 y tres minutos después el 2-8. El Barça se ha instalado en el infierno. Ha tocado fondo.