¡Cuánta falta hacía llorar de alegría!

El Sevilla no se cansa de hacer feliz a su gente. El compromiso del club con su afición va más allá de lo que se puede describir con palabras. Las lágrimas de Jesús Navas al final del partido lo reflejaban con claridad. No habrá un sevillista que no le hable a sus nietos de un chaval de Los Palacios que se emocionaba al levantar la sexta Europa League del club, su primera como capitán. Una leyenda que dignifica el oficio de futbolista desde que se monta en el coche para ir a entrenar a la Ciudad Deportiva. ¡Cuánta falta hacía que las lágrimas derramadas fueran de alegría!

Monchi ha montado en una temporada un equipo que pasará a la historia de la entidad. Un grupo de jugadores y técnicos del que no se puede destacar a nadie, porque habría que destacar a todos. Banega jugó su último partido como sevillista bailando un tango en el centro del campo. Bono volvió a erigirse como héroe en una acción clave. De Jong, ay De Jong. La resurrección de Diego Carlos coronando su nefasto partido con una chilena que lo hace eterno. La insultante superioridad de un niño como Koundé. Los minutos de seda del Mudo. Y por supuesto, la reivindicación con papeles como gran entrenador de Julen Lopetegui. Seis títulos de la Europa League, algo que generaciones de sevillistas ni soñaron. Pero que son una realidad, como la grandeza del Sevilla.