AS (Catalunya)

La revolución es Ansu Fati

El joven delantero liquidó el partido con dos goles y provocó un penalti ● Koeman se estrena con un triunfo que devuelve el foco al campo de juego

- SANTI GIMÉNEZ

Ansu Fati logró lo que parecía imposible, que en el Barça se volviera a hablar de fútbol con ilusión. El delantero blaugrana confirmó que es un desvergonz­ado en el mejor sentido de la palabra. Ajeno a todos los incendios que rodean a una entidad asediada y herida, un chaval de 17 años redujo el debate a la simplicida­d del puro fútbol descarado. El del desborde, el de la verticalid­ad y el de la definición. A rebufo de ese aroma de juventud, el Barça de Koeman inició LaLiga aplastando al Villarreal por 4-0 en un partido que da argumentos para volver a creer.

Hacía mes y medio, 44 días para ser exactos, que el Barcelona cerraba en Lisboa su temporada más nefasta delos últimos años con la zurra del Bayern. En ese periodo de tiempo han pasado tantas cosas que el fútbol quedó escondido. Hasta ayer.

Siete jugadores que estuvieron en ese aciago día volvían a vestir la camiseta blaugrana y demostraro­n en la mayoría de los casos que hay voluntad de enmienda. Faltaba un agitador y ese fue Ansu, un chaval sin complejos que no entiende de debates, burofax ni mociones de censura.

En 20 minutos eléctricos el joven extremo blaugrana liquidó el partido. Al cuarto de hora de juego fusiló un centro de Alba, otro que se ha puesto las pilas, con un remate con el interior que dejó

Ahelado a Asenjo. Seis minutos después culminó una contra iniciada por Coutinho con la frialdad de un veterano y en el minuto 34 siguió amargándol­e la noche a Mario Gaspar con un cambio de ritmo imponente que acabó en penalti. El chaval, benditamen­te descarado, cogió el balón y se lo pasó a Messi para que ejecutara la pena máxima que supuso el 3-0.

Con el partido desequilib­rado y el Villarreal absolutame­nte perdido, en una nueva contra, el Barça marcó el cuarto en el último minuto del primer acto cuando Pau Torres se marcó un autogol tratando de evitar que Busquets, sí Busquets, llegara a culminar la contra. No le quedaba otra a Emery que meter mano al equipo, retiró a Alcácer y Coquelin para dar entrada a Iborra y Trigueros. Nada cambió en el partido, que siguió orbitando en torno a Ansu, que seguía dando la sensación de que cada balón que llegaba a sus pies podía convertirs­e en jugada para el recuerdo. De haberse con público, la expectació­n se hubiera notado en cada una de sus acciones.

Pasada la hora de juego, Koeman sacó a Pedri y Dembélé por Ansu y Coutinho, los dos mejores jugadores del Barça en el partido junto a Alba. Prefirió el técnico blaugrana dar carrete a Griezmann, el menos relevante en el ataque blaugrana en un intento de que se sumara a la dinámica general. Le dio diez minutos de margen que no aprovechó hasta que fue sustituido por Trincao.

Los recién incorporad­os mantuviero­n el nivel, especialme­nte Pedri, otro que juega absolutame­nte desacomple­jado y con un cuajo de veterano haciendo lo más difícil del fútbol, que es que parezca fácil.

Cumplió el Barça también en la parte de atrás, donde Neto dio sensación de seguridad acompañado de un Piqué muy concentrad­o. Tan importante era recuperar constantes vitales en ataque como volver a acabar un partido con la portería a cero, algo que penalizó mucho al equipo la pasada campaña. Cada revolución necesita un líder y en ocasiones, los elegidos son inesperado­s. Ansu se erigió en el abanderado de una manera desacomple­jada de jugar que supone un soplo de aire en una entidad donde hacía tiempo que nadie miraba al campo.

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