AS (Catalunya)

La eurocatást­rofe

El equipo de Zidane fue incapaz de reaccionar ● El Inter le da una vida extra: estará en octavos si gana al Borussia CASEMIRO EVITA LA TARJETA

- REPORTAJE GRÁFICO JESÚS ÁLVAREZ ORIHUELA Y AGENCIAS

El problema es que este Madrid se distrae con extrema facilidad. Una falta crucial de Varane a Moraes que lesionó al brasileño cambió la dinámica. El equipo de Zidane perdió el hilo y el Shakhtar encontró por donde respirar. Es un grupo hegemónico en su Liga y verse sin la pelota le incomoda. Y es que el Madrid es capaz de ser un equipo y el contrario en un mismo partido. Incluso en un mismo tiempo. Antes y después del receso, Asensio apuntó buenas noticias. Ofreció su mejor versión en meses. Quizá la izquierda sea su banda, aunque a él le apetezca menos y a Zidane tampoco le haga feliz tener otro competidor para Hazard. A la media hora, Trubin le sacó milagrosam­ente un remate al balear, que había bordado una combinació­n con Odegaard.

El segundo asalto del Madrid antes del descanso también acabó sin

El brasileño, que estaba apercibido, no jugó un solo minuto, por lo que evitó ver una amonestaci­ón que acarreaba suspensión. El 14 madridista podrá así estar en el decisivo encuentro contra el Borussia Mönchengla­dbach. No hay ningún otro jugador blanco apercibido. gol, el muro con el que se topa incluso en sus mejores días. Benzema no tiene siempre el mismo apetito y a Odegaard le falta pegar la patada en la puerta.

La segunda mitad volvió con el mismo dominio del Madrid y cinco minutos locos: a Nacho se le fue alto un cabezazo cuando Trubin había sacado ya bandera blanca; Courtois le quitó el gol a Taison, el mejor de los ucranianos, y Dentinho adelantó al Shakhtar en un error terrible de Mendy, que se volvió creativo en área propia y asistió al brasileño.

Ahí volvió a evidenciar­se que el Madrid no es sólo un equipo sin pegada, sino también sin mandíbula. Ese gol inesperado, en cierto modo inmerecido, provocó un desvanecim­iento descomunal. Perdió la orientació­n, la pelota, el orden y hasta la esperanza. Quedó, durante unos minutos, un equipo bloqueado, sin capacidad de respuesta, blandísimo en el eje, donde Kroos y Modric no son precisamen­te andamio, y sin ánimo para retomar su presión inicial. Y de pronto, tres cambios, todos en ataque, y la embestida final, con Mariano a la cabeza. Y con Casemiro en el banquillo. El todo o nada. Y fue la nada, porque en una contra, Solomon, recién entrado, anduvo midiendo a Lucas Vázquez hasta encontrar el hueco para meterle el estoque al Madrid, que llega a la última jornada exigido. Dos años lleva cayendo en octavos y se percibió como un drama. Caer en la fase de grupos, por primera vez en la historia, elevaría el caso a la categoría de catástrofe.

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