Borja Iglesias recae y será baja las dos próximas jornadas
El gallego espera llegar al derbi
Manuel Pellegrini pierde para las dos próximas jornadas a uno de los futbolistas de su plantilla que estaban a mejor nivel. Borja Iglesias ha recaído de las molestias musculares que hace diez días le impidieron jugar en La Cerámica ante el Villarreal y tendrá que parar durante las próximas dos semanas.
El delantero gallego forzó para llegar al partido del pasado viernes ante el Getafe. Sin embargo, no estaba en condiciones de ser titular, por lo que Pellegrini tiró de él en la segunda mitad. Y su entrada fue definitiva, puesto que forzó dos penaltis y marcó el segundo de ellos, que valió para que el Betis ganara 1-0.
Ese esfuerzo fue determinante para que las molestias musculares de Borja Iglesias reaparecieran y ahora tiene que parar. Por lo pronto, se perderá las dos próximas jornadas, en las que el Betis se tiene que enfrentar al Cádiz y al Alavés. El siguiente partido es el derbi sevillano en el Sánchez Pizjuán y ése es el objetivo que se marcan los servicios médicos del Betis para la reaparición del renacido Borja Iglesias.
Enfermería. La lesión de Borja Iglesias hace que aumente el número de inquilinos en la ya de por sí poblada enfermería del Betis. Además del ex del Espanyol, son dudas para la visita al Cádiz de la próxima jornada tanto Fekir, que se lesionó al comienzo del partido ante el Getafe, como Víctor Ruiz, que se perdió dicho encuentro. Bartra sigue con su recuperación, mientras que William Carvalho también será baja al tener que cumplir un partido de sanción.
Ante la falta de efectivos, sobre todo en la delantera, Pellegrini ha reclutado para los entrenamientos de la semana al ariete del filial Raúl García.
Novedad Raúl García, delantero del filial, refuerza al primer equipo
La titularidad no es lo que fue. Ahora, no dura. Hay que estar inventándola cada tres días
Los malos partidos son una categoría futbolística. Sin ellos no habría fútbol. Son necesarios. Cualquier equipo puede sacárselos de la manga, también los grandes, y pasar de estar instalado en el liderato a despeñarse por unos cuantos empates y derrotas encadenados. Eso ha sido siempre así. Lo que resulta novedoso son las razones que pueden exponer a un club a la amenaza de los malos partidos con penosas consecuencias, como la ausencia de equipo suficiente. El fútbol, al igual que todos los órdenes humanos, está sometido a cambios, y quizá uno de los más profundos sea la desaparición de eso que un día se llamó “el once ideal”.
La fragilidad del jugador moderno, la facilidad con la que se lesiona, recae, enferma, ha dado un nuevo sentido al concepto de titularidad. Casi han desaparecido las diferencias entre futbolistas titulares y suplentes. Hubo una época que podías ser una cosa y la otra y serlo para siempre. Algunos porteros todavía lo son, pero para el resto de puestos se instituyó la rotación, ya por fatalidad, ya por mero cálculo, para evitar justamente nuevas fatalidades. La posición de un jugador en un equipo es permeable, de modo que consigue entrar en el once inicial porque un compañero está lesionado, y al poco tiempo exactamente al revés.
Alcanzamos ese punto en el que los futbolistas que se sientan en el banquillo deben generar la sospecha de si no serán, en realidad, mejores que los que copan el campo. La titularidad no es lo que fue. Ahora, simplemente no dura. Hay que estar inventándola cada tres días. Quedan lejísimos los tiempos en los que incluso un equipo grande podía permitirse un par de zopencos en la plantilla, especializados en jugar, sólo en los días muy especiales, tres minutos al final, para perder algo de tiempo. Sólo tenía sentido invertir en titulares, y, como mucho, en un par de jugadores de recambio. Pero el negocio se multiplicó, el calendario se llenó partidos, los cuerpos se volvieron piezas quebradizas y ahora ya casi no se puede aspirar a nada si no se tiene el mejor banquillo del mundo.