AS (Catalunya)

El Barça es un martillo

Aviso a navegantes de un equipo bajo presión que aplastó a la Real ● Dos goles más de Messi y dos de Dest ● Noveno triunfo seguido como visitante

- SANTI GIMÉNEZ

Mientras otros sufren y se toman cada jornada como un ejercicio de resistenci­a, el Barça ha entrado en la fase de disfrutar y aplastar como un rodillo. El equipo de Koeman ofreció ante la Real Sociedad una exhibición de poderío a tener en cuenta. La goleada por 1-6 fue un mensaje tremendo. Ya no son los 18 partidos seguidos sin perder en Liga, los nueve triunfos consecutiv­os como visitante y lo 48 de 54 puntos logrados; es la manera de jugar.

Lo de cerrar la jornada después de que hayan jugado los rivales directos tiene sus pros y sus contras. Cuando has visto al Sevilla empatar en el descuento con gol de su portero, al Madrid sentenciar en el último minuto tras un disparo al poste del rival y al Atlético salvar tres puntos con Oblak parando un penalti en el 82, el listón estaba alto y el mensaje parecía claro: Tocaba sufrir. Pero ante este desafío, los barcelonis­tas respondier­on con un partido brutal. Ante el reto, Koeman repitió once inicial en busca de mantener una seguridad en sí mismo que hace dos meses brillaba por su ausencia. La Real siguió haciendo lo mismo, pero este Barça ha crecido mucho en los últimos meses.

Imanol planteó el partido al duelo directo en un uno contra uno a todo el campo que dejó al equipo de Koeman sin saber muy bien cómo meterle mano de inicio a un partido que se empezó jugando al límite. Ambos equipos buscaban el error en la salida de balón del rival y fueron los locales los que tuvieron la primera gran ocasión de golpear primero, pero Ter Stegen le ganó el duelo a Isak.

Estuvo más acertado el Barcelona en un día en el que la puntería lo era todo. En una recuperaci­ón de balón del Barça en campo contrario, Messi habilitó a Alba, que le dio medio gol hecho a Dembélé, que certificó que no es delantero centro, pero el rechace de Remiro lo recogió Griezmann para marcar el primero. El francés se marcó un partido estupendo el día de su trigésimo aniversari­o. Defendió, corrió, creó y remató.

Tras el 0-1, el Barça volvió a invitar al rival a entrar en el partido con un error absurdo, pero Ter Stegen volvió a solventar el fallo ante Isak en lo que fue el preludio del segundo gol culé. Casi calcado en el argumento al primero, pero por la otra banda. Recuperaci­ón de balón, esta vez de Busquets, pelota a Messi, quien asistió a Dest para que éste marcara un 0-2 que reflejaba mucho más de lo que se había visto en el césped. La puntería del Barça, tan desviada tantas otras veces, resultó determinan­te en el primer acto.

Si el Barça acabó la primera parte en modo voraz, el inicio de la segunda fue una prolongaci­ón del martillo blaugrana. A los ocho minutos de la prolongaci­ón, Dest marcó el tercero en la jugada soñada por cualquier entrenador que dibuja un esquema con dos carrileros: llegada de Alba por la izquierda y remate de Dest por la derecha. Con la Real noqueada, Busquets puso la guinda a una actuación catedrátic­a con un pase medido a Messi que liquidó la defensa local para marcar el cuarto.

El Barça, por primera vez en mucho tiempo, dio síntomas inequívoco­s de disfrutar en el campo adornándos­e y mareando a un rival que, ahora sí, recibía el castigo que marcaba el marcador, que ya reflejaba la diferencia entre ambos equipos y que Dembélé se encargó de sellar con un golazo fabuloso.

Con el partido loco, porque el Barça quería más y la Real no se rendía, Barrenetxe­a marcó el gol (golazo) del honor, que motivó el arreón final del Barça, que volvió a acelerar para que Messi marcara el sexto. Llega un martillo.

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