AS (Catalunya)

Va por ti, abuelo

Van der Poel dedica su gesta en el Muro de Bretaña a Poulidor, que nunca se vistió de amarillo en el Tour

- JUAN GUTIÉRREZ

Mathieu van der Poel cruzó la meta con el dedo apuntando al cielo y luego rompió en lágrimas: “¡Va por ti, abuelo!”. Raymond Poulidor nunca pudo vestir el maillot amarillo del Tour. Su padre, Adrie, sí lo hizo. Paradójica­mente. Poulidor subió ocho veces al podio, tres de ellas como segundo clasificad­o, y ganó siete etapas. Pero nunca fue líder. Años después, ya retirado, la organizaci­ón le paseaba con un polo amarillo como embajador de Crédit Lyonnais, el patrocinad­or del leoncito. Van der Poel quería rendir este recuerdo al entrañable Pou Pou. Ya lo intentó el primer día, con un maillot retro en tributo al abuelo, fallecido en noviembre de 2019, pero se topó con un inmenso Julian Alaphilipp­e, quizá también con los nervios del debutante. Ayer ya no hubo titubeos. El bravo ciclista del Alpecin arrancó a menos de un kilómetro, imparable, y conquistó el triplete en la meta: etapa, liderato y homenaje.

Van der Poel ya había probado las piernas en la primera de las dos subidas al Muro de Bretaña, con un ataque desde abajo que no tuvo respuesta entre los gallos. Ese paso también escondía un premio extra para los líderes en forma de bonificaci­ones. Mathieu cazó los 8 segundos, que entraban en sus cálculos para poder enfundarse el amarillo, y anticipó cómo podría ser la resolución de la etapa. Detrás cruzaron los dos eslovenos, siempre pegados como lapas. Tadej Pogacar, segundo, arañó 5”. Primoz Roglic, tercero, 2”. Cada pellizco puede convertirs­e en oro. La clasificac­ión final iba a ser un calco, una reedición de la escalada precedente. Los tres primeros volvieron a copar los tres primeros puestos. No había nadie más fuerte.

Enfermería. El recorrido de esta segunda etapa se asemejaba mucho al de la primera, pero el pelotón lo cubrió con menos riesgos. No quería los sobresalto­s del día anterior. El parte de enfermería había anunciado menos daños de los temidos en la salida de Perros Guirec. La tremenda batalla de la jornada inaugural, con dos montoneras masivas, había dejado por el camino a Sütterlin, Lemoine y Konovalova­s, a quienes ayer se unió Marc Soler, después de haber acabado la etapa, heroico, con las dos muñecas rotas. Se temía por Chris Froome, pero pudo partir, sin fracturas. “Listo para el segundo round”, colgó en las redes sociales un par de horas antes de que el pelotón comenzara a rodar con 180 supervivie­ntes,

Raymond Poulidor siguió a su nieto Mathieu van der Poel por las carreras desde sus tiempos de juvenil. En 2015 tuvo tiempo de presenciar su título mundial absoluto en ciclocross. con numerosos vendajes en su seno. Secuelas de guerra.

La meta asomaba en ese Muro de Bretaña, una ascensión de dos kilómetros al 6,9% de pendiente media, también conocida como el Alpe d’Huez bretón, aunque no es para tanto. El Tour ya pasó por su cima en el lejano 1947, como punto intermedio de una contrarrel­oj de 139 kilómetros, la más larga de siempre. Otros tiempos. Pero su historia moderna arrancó en 2011, con una profética victoria de Cadel Evans, que también acabó coronado en París. Un ilustre antecedent­e.

Hasta ese punto caliente, el pelotón dejó hacer a una fuga de seis ciclistas, no quería complicaci­ones, al menos hasta el tramo final. A falta de mayores emociones, Ide Schelling y Anthony Pérez lucharon sin tregua por el maillot de la Montaña, con éxito por segundo día consecutiv­o para el holandés. Luego se marcharon Jérémy Cabot y Edward Theuns, que lucieron patrocinad­or a la espera de que el grupo decidiera soltar los amarres, hasta ese Muro de Bretaña donde Van der Poel honró la historia del Tour, como antes lo hicieron su abuelo y su padre.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain