“Estuve corriendo 60 minutos sin tocar el balón”
Immobile habló del partido de España
La Rai, televisión de Estado italiana, estrenó este jueves Sogno Azzurro, un documental sobre la aventura de la Nazionale en la Eurocopa 2020, con imágenes inéditas desde los vestuarios. Se desvelaron varias charlas de Roberto Mancini y su impresionante capacidad de prever el desarrollo de los partidos. El seleccionador vaticinó un encuentro durísimo con Austria, uno más tranquilo con Bélgica, mientras que, antes de España, avisó a sus chicos de que la noche se les iba a hacer muy larga.
Este fue su discurso a pocas horas de la cita con La Roja: “Estoy seguro de que haréis lo que tenéis que hacer, porque sois los mejores. Si hay que defender, defendemos, no se puede mandar el juego siempre: también existen los rivales. Si hay que esperar, se espera, y cuando ellos empezarán a jugar...
Calma, dejad que lo hagan. Si se quedan jugando ahí arriba, no nos crearán problemas. España tiene una gran plantilla, veréis que el Mundial nos lo jugamos nosotros, ellos, y algún otro equipo. Son jóvenes, pero muy buenos. No será sencillo, habrá que sufrir hasta el final y vamos a intentar hacerlo juntos. Y recordad: sois los mejores. ¡Suerte!”.
El documental también desveló algunos comentarios de los azzurri el día después del partido. Pessina dijo “soñé con Busquets, pensé que estaba en mi cama” y Donnarumma contestó: “¿Te hizo un caño?”. Chiellini expresó así su sufrimiento: “Del 60’ al 90’ no pude empujar más, no pude. Es que no tuvimos un momento de pausa”. Immobile fue el que peor lo pasó: “Estuve 60 minutos corriendo detrás del balón sin tocarlo nunca…”.
Pessina “He soñado con Busquets, pensé que estaba en mi cama”
Tocándola sin desmayo se ha convertido en el alma de la campeona de Europa
Mucho antes de triunfar en el fútbol europeo, Lorenzo Insigne ya era una celebridad en Frattamaggiore. En el mismo pueblo que Roberto Saviano localizó sus desgarradas crónicas de la mafia, Lorenzo era el niño ‘rompiscatole’ El tocacojones. Todo porque apuraba los días chutando la pelota contra un muro gigantesco que había detrás de su casa. Desde las siete de la mañana hasta que su madre le llamaba para cenar, el ruido de sus pelotazos contra la baldosa inundaba la calle y la siesta de los vecinos. No cuesta ver en esa obsesión infantil por la pelota, en esa perseverancia salvaje en su talento, al Insigne actual.
ALorenzo le han llamado mono en Verona y otros tantos estadios del norte racista de Italia. Cada vez que el menudo delantero del Napoli agarraba el balón se afanaban en recordarle que sólo era un hijo ceniciento del Vesubio. En aquellas tardes, como cuando agachaba la cabeza en Frattamaggiore para golpear una y otra vez aquel muro de cemento, levantó la cabeza y fue a la suya. La tocó y la tocó. Y tocándola sin desmayo se ha convertido en alma de esta campeona de Europa contra pronóstico.
IItalia, tierra de arte, siempre se ha enorgullecido de su espíritu obrero para el fútbol. En argot calcístico, de su condición de “mediano”, ese puesto que los italianos reservan para el interior sacrificado y generoso que vive de ensanchar los pulmones y cederle la pelota a otros compañeros más educados. En esta Eurocopa el ánimo italiano fue distinto. Italia fue coral y buscó la belleza anteponiendo la alegría al orden. Mucho mérito tiene Roberto Mancini, sabio y sereno. También Chiellini, antihéroe inolvidable, pero lo de Insigne va más allá. Es icónico.
nsigne siempre ha sido demasiado pequeño, demasiado técnico, demasiado moreno, demasiado napolitano. Cuando sus roscas características no encuentran puerta los hilos de Whatsapp más cerriles estallan en reproches. Ha tenido que soportar el racismo del norte y hasta la inquina de los propios napolitanos, hastiados de ocupar siempre el segundo puesto, pero con paciencia y aferrándose a su fútbol sedoso ahora tiene al país comiendo de su mano. Es el mejor exponente de un calcio que lleva años esperando su momento y está preparado para imponerse al contragolpe.