Sin Rubén, aún menos fútbol
Un reloj, una bufanda, un Gol Sur que quitará dinero para fichajes, un club de basket que quitará ese mismo dinero o más, una televisión y una radio, un equipo femenino y otro de fútbol-sala, dos directores deportivos comparados con
Monchi, dos entrenadores a los que presentaron como la reencarnación de Helenio
Herrera, un día del Niño, otro de las Peñas y alguno de la Mujer (Bética), un montón de campañitas... Todo con un maquiavélico objetivo: que no se hable de lo que verdad debe importar en un club de fútbol: su primer equipo.
Para que no se hable de fútbol, en definitiva. Pareció que Víctor vino con el balón únicamente en la cabeza. Es verdad, seguramente, que desde las oficinas se le pedirían al entrenador madrileño resultados urgentes para seguir manteniendo el chiringo de los colegas, que a la vuelta de la esquina hay una Junta de Accionistas en la que ganar y justificar tanta incompetencia. Pero el entrenador madrileño parecía independiente, impermeable... hasta ayer, cuando tomó una decisión que hubiera firmado el más oscuro Entorno: dejar a Rubén Castro fuera del once, y sin razón (descanso, lesión o incluso racha). Rubén es, con el recuperado
Ceballos, algo del poquito fútbol que asoma por este
Betis. Olvidarlos es olvidarse de la pelota y de la ilusión verdadera. Un poquito más, si cabe.