El Celta tritura al Valencia de Lim
Mestalla se harta del enésimo esperpento de un equipo al que destrozó el de Berizzo
EI Celta puso en marcha la “trituradora” del Valencia. Esa de la que hablaba el día de Navidad en AS García Pitarch y en la que los de Berizzo le metieron a él, a Lim, a Layhoon, a los futbolistas y a cuantos hay por Mestalla que no están libres de pecado. Se libró Prandelli con su particular ‘fuori’ del viernes. En verdad no fue el Celta. Ellos solos han ido entrando de cabeza en ella y ni el efecto Voro les salvó en esta ocasión. El 1-4, merecido por los de Berizzo dicho sea de paso, es una mera anécdota entre un cúmulo de despropósitos que dejan a un histórico como el Valencia entre la pena, la preocupación y el hazmerreír.
Tardará en olvidar Javi Jiménez su debut con el Valencia. Por culpa eso sí de sendos errores de Enzo y de Cancelo. Obviamente también por ser al autor del penalti que transformó Aspas y por repeler el balón hasta sorprender a Jaume tras disparo de Bongonda en el 0-2. Solo habían transcurrido 13’. Cinco después, llegó el de Dani Wass. El 0-3. Y claro, Mestalla se hartó. Lo está desde hace tiempo. Gritos contra Lim, Pitarch y contra los futbolistas.
Berizzo dijo que apostaba por la Copa y los suyos siguieron su indicación. Resolvieron por la vía rápida. Con orden, presión y acierto. También por enfrentarse a una caricatura de equipo, una plantilla que no olvidemos cuesta casi 80 millones de euros. A los 20’ lo de menos para el Valencia era ya la eliminatoria. Lo suyo es de más calado. De supervivencia.
Mestalla huele a mortuorio. Ni el aroma de Prandelli le queda. El club se descompone. De los gritos se pasó al silencio. Para qué desgañitarse con lo lejos que está Singapur. Lim ni está ni se le espera y quienes ponen rostro a su proyecto en Valencia ni saben ni aprenden ni están bien asesorados. Suerte tuvieron de que el Celta no quisiera hacer más sangre, que se conformara con dejar pasar los minutos que le quedan hasta jugar los cuartos de final. Parejo, de penalti, solo maquilló a un cadáver al que Guidetti le cerró la tumba.