De las medallas al torneo de consolación
■ Los altibajos del balonmano tienen un nombre propio: Polonia. Fue bronce en el Mundial de Qatar 2015, y fracasó al año siguiente en el Europeo que organizó, comprometiendo su presencia en los Juegos. Dimitió el seleccionador, y la Federación le entregó el mando a Talant Dujsebaev, que dejaba Hungría, y ganaba la Champions League con el Kielce polaco en los penaltis tras remontar al Veszprem magiar. Luego, Dujsebaev clasificó a Polonia en el Preolímpico, y acabó cuarta en Río 2016. Es decir, recuperó a los polacos de la nada, en unos momentos turbulentos, y les puso otra vez en órbita.
Sin embargo, tras los Juegos Olímpicos, los veteranos dijeron basta, y luego las lesiones diezmaron al bloque polaco. Se vio en el Torneo Internacional de España, y se ha confirmado en el Mundial: ayer, en la cuarta jornada, Polonia ganaba su primer partido, por un gol y ante la ‘Cenicienta’, Japón, del español Carlos Ortega.
“Puedo decir que he felicitado a los chicos por su esfuerzo, y aunque sólo nos quedan opciones en la Copa Presidente, no está mal para coger experiencia, porque a este grupo habrá que examinarle en el Mundial de 2019. Sólo necesitamos tiempo”, desafió Talant en la rueda de prensa. La Copa Presidente es el torneo de consolación que juegan los ocho peores equipos.