De la cuesta abajo al esperpento
El Deportivo se jugaba la vida, una auténtica final a golpe de febrero, y dio en Butarque su peor imagen de toda la temporada. Si en las últimas semanas el equipo jugaba más o menos bien y pagaba a precio de oro sus errores, ayer Germán Lux, lo único rescatable, evitó que la vergüenza fuese mayor de lo que ya es; y ya es decir. Ese mundo de las sensaciones duró hasta el gol del Alavés de hace una semana, porque tras el penalti de Manu García el equipo se descosió como un peluche. Y ayer, ante un Leganés que llevaba once partidos sin ganar y que tenía un punto menos que los blanquiazules, compitió diez minutos. A partir de ahí fue un fiasco que se transformó en verbena y que acabó en esperpento. Fue un Deportivo sin alma, sin fútbol, sin ganas ni recursos que ha hecho saltar por los aires el proyecto.
La consecuencia inmediata será la destitución de Garitano, al que primero los resultados y luego las sensaciones han sentenciado. Ayer intentó una minirevolución con la entrada de Joselu, pero el resultado fue la cuarta derrota consecutiva ante rivales que no deberían asustar: Eibar, Athletic, Alavés y Leganés. Los jugadores tampoco respondieron, ni mucho menos. Regalos en defensa, sin control y desaparecidos en ataque. Especialmente desafortunado estuvo Albentosa, que lejos del famoso oficio se expulsó con un absurdo codazo. La salida de Garitano tampoco deja en buen lugar al club, que de nuevo patina con un entrenador, y ya van unos cuantos. Lo positivo, por buscarlo, es que quedan 15 partidos y el recuerdo de un diciembre en el que el Depor demostró que sabe competir. No es mucho, no.