Setién no visita al dentista
Llega necesitado el Betis al Camp Nou después de tres derrotas y un empate en sus últimos cuatro partidos de Liga, pero seguro que Quique Setién se toma la cita en Barcelona con más alegría que otros colegas como Caparrós, quien no hace muchos años calificaba los partidos en terreno azulgrana como “una visita al dentista”. Cruyffista declarado y amante del buen fútbol por encima del resultado, el entrenador cántabro pisa la pradera culé con ilusión por enseñar al mundo su obra en Heliópolis, la de un equipo que interpreta el fútbol de toque y posición con una fluidez que recuerda a los tiempos del Flaco o de Guardiola. Le falta, ay amigo, lo más importante: mayor calidad, física y técnica, en las piezas. Por eso marca el Betis pocos goles y por eso le están pasando factura los duelos de Europa.
Penan los verdiblancos en el inicio liguero con miedos que algunos pregonaron olvidados, en la parte baja de la tabla. No encontró Setién peor momento para menospreciar involuntaria pero públicamente al club que le paga, al declarar que “algo estaría haciendo mal Bartra” para andar jugando en el Villamarín. Si lo hubiera dicho con el Betis primero (o séptimo), la afición verdiblanca no se lo hubiera tomado tan mal como para silbar su nombre en los prolegómenos del encuentro contra el Milán. Sin demasiadas victorias y con algunos exabruptos, como pierda esta tarde el técnico santanderino vivirá un parón internacional repleto de palos y de interrogantes sobre su futuro, por culpa de las dos cosas que más terminan sentenciándonos en el dichoso fútbol: la sinceridad y las porterías.