Lydia, una Navidad a la espera del oro de 2012
”Quiero enviar mis mejores deseos para los lectores de As”
Lydia Valentín (Camponaraya, 33 años) cierra un 2018 mágico. Fue campeona en las tres competiciones más importantes del año: Europeo, Juegos Mediterráneos y Mundial. La halterófila española comenzará 2019 con otra medalla, el oro de los Juegos de Londres.
Con 15 años Lydia Valentín se marchó de su pueblo, Camponaraya, para formar parte de la selección española de halterofilia. Tenía muchos sueños y ahora, 18 años después (con 33), la berciana vive el momento más dulce de su carrera, aunque poco ha cambiado en ella. “La esencia sigue siendo la misma. Siento que nada ha variado de lo básico, pero obviamente he evolucionado a nivel personal y deportivo. Al final son 20 años de carrera”, asegura. Con la premisa de seguir mejorando, Lydia ha cerrado un 2018 de ensueño. Nadie ha podido hacerle sombra.
Comenzó cerrando capítulos del pasado. El 16 de enero recibió la plata que logró en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008. Casi diez años de espera, pero al fin pudo lucirla orgullosa. El acto, y los posteriores homenajes como que en Ponferrada se bautizase con su nombre un pabellón, fue un refuerzo para un año complicado. Los grandes torneos se solapaban en el horizonte y podían pasar factura al final de la temporada. Así fue, pero una campeona se forja también fuera de la tarima y Lydia Valentín lo demostró. Aunque antes de los problemas en el Mundial hubo mucho esfuerzo recompensado. Fue inexpugnable en el Europeo, ganando tres oros y sumando su cuarto campeonato continental. En los Juegos Mediterráneos de Tarragona también se colgó los dos oros en juego (no se daba metal en total olímpico) y fue el momento de acudir al Mundial.
En 2017 había logrado ganarlo por primera vez y quería repetir en Turkmenistán. Hizo una buena preparación, pero a pocas semanas de la competición sufrió una lesión en el hombro. Podía renunciar y pensar en el futuro o acudir para ir tomando el pulso a las nuevas categorías (se cambiaron antes del certamen) y a sus rivales para Tokio 2020. Decidió la segunda y salió a competir en la categoría de 81 kilos (una por encima de la suya, 76 kg). “El médico me había recomendado descanso y tiempo para recuperarme, pero no podía. Decidí entrenar y competir con dolor, son cosas que pasan a los deportistas de alto nivel. Estoy feliz por haberlo hecho, mostrándome una fortaleza dentro de mí que me gusta”, revela. Lydia también se proclamó campeona mundial (aunque se le escapó el oro en dos tiempos, fue bronce) y cerró un año mágico.
El 2019 será difícil. “El año anterior a los Juegos siempre es el más complejo”, recuerda la campeona, pero arranca de manera similar al anterior, buen presagio. A mediados de enero recibirá el oro de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, la última medalla que le falta por recuperar, ya que no la ganó en su momento por el dopaje de las tres rivales que quedaron por delante de ella. “Me hace mucha ilusión poder cerrar ya ese capítulo y centrarme en Tokio 2020”, apunta. La berciana ya está enfocada en ese camino a Japón, pero antes toca recuperar energía en familia y en su tierra. “Quiero enviar mis mejores deseos para los lectores de As. Les deseo una Feliz Navidad y un gran 2019”.
Esencia “Nada ha variado en lo básico desde que llegué a Madrid”
Londres “Me hace mucha ilusión poder cerrar ya ese capítulo”