AS (Galicia)

Pidiendo perdón

Ganó un Madrid acobardado con un gol de Ceballos en el 88’ ● Isco no jugó un minuto: Cristo y Brahim están delante ● Se lesionó Benzema ● Otro lío de VAR

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO MIGUEL ÁNGEL MORENATTI, TONI RODRÍGUEZ Y JAVIER GANDUL

Es la hora de las explicacio­nes, pero no las esperen. Isco es un futbolista apartado sin confesión pública ni expediente inconcluso. Sin él, el Madrid acabó como un equipo del último tercio de la tabla en el Villamarín, pero ganó por uno de esos giros del destino que llevan el fútbol al cine. A dos minutos del final, Ceballos, recibido con una bronca de época, decidió el partido en un lanzamient­o de falta. Pidió perdón por ello y debió hacerlo también por el juego de su equipo.

Por no sacar a Isco del calabozo fue capaz Solari de sacar a Vinicius de la cama con el termómetro en la boca, recuperó una defensa con tres centrales, estrategia que nos se utilizaba en el Madrid desde el segundo año de Zidane, e hizo titulares a Valverde y Nacho, dos de los pocos que habían jugado con él menos que el malagueño. Le quiere de farolillo rojo y en ello pone todo su empeño. También empezaron en el banquillo Marcelo (tampoco salió) y Ceballos, pese a las siete bajas, suplencias también admonitori­as. De purga en purga pretende meter al equipo en el purgatorio.

El partido comenzó con un empacho táctico y unas cuantas anomalías: el Betis con defensa de cuatro, Francis y Joaquín en la izquierda, Canales en la derecha, Vinicius de mediapunta... Un alboroto geométrico que dejó poco ante las porterías. El Betis se cree con el mismo derecho sobre la pelota que los grandes y propone un juego de ética y estética. Pero ese magnífico principio exige magníficos delanteros y no aparecen. Así que después de exhibir esos finos modales en el manejo sin llegar a Keylor se encontró con la adversidad de un gol madrugador del Madrid. Un gol con poco que contar: tiró Carvajal, rechazó Bartra y metió un gran izquierdaz­o Modric desde fuera del área. El cambio de dibujo le da un empujón al croata. Con una muchedumbr­e a su espalda siente menos vértigo a llegar al área contraria.

Esa sobreprote­cción de los tres centrales, en realidad, no le supuso al Madrid de salida malvivir sin la pelota, sino protegerse mejor, cortarle las alas al Betis y solazarse con las contras. Para ese plan encajaron bien como pareja Benzema y Vinicius. El francés hizo todos los planes con su juego de alta precisión y Vinicius le prestó la velocidad, esa virtud que hay que comprar porque no se entrena. Antes del descanso Pau le quitó un gol a Vinicius y Valverde se dejó ir otro por indecisión en el mano a mano. Pecados de juventud del uno y del otro. Sólo la recta final dejó buenas noticias para el Betis: dos remates de Canales y la lesión en un dedo de Benzema, que por falta de alternativ­as ha tenido que jugarlo todo.

Ni por esas entró Isco. Solari prefirió al filial Cristo, en una apelación a la cantera (siete ex del Castilla en el campo) entre terca y romántica. El partido quedó en un pulso de paciencias: la del Betis por esperar que apareciera el espacio; la del Madrid, por esperar el final sin esperar la pelota. Por fin asomaron entonces las ocasiones (tiro de Canales, volea casi perfecta de Guardado) de un Betis con un 80% de posesión y se esfumaron, sin Benzema, los contragolp­es del Madrid, reducidos a lo que diera el quebrantad­o físico de Vinicius. Y así llegó el gol de Canales, anulado por el árbitro por fuera de juego, validado por el VAR. Ninguna imagen aclaró el misterio. El estudio de As estableció en 10 centímetro­s su ilegalidad. Más leña al fuego. Entonces entraron Ceballos y Brahim para reordenar al Madrid en un 4-42, pero el equipo estaba ya en las cuerdas. Y ahí siguió hasta el final, en que Ceballos cumplió la ley del ex. Morbosa e inexorable.

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