La falta de capitán
● Por ejemplo, ese gesto ambiguo de Ramos, que es el capitán del Madrid, cuando buscó una tarjeta en Ámsterdam, no es una gracia que reclame perdón como si fuera un guiño adolescente. Él es el capitán del equipo más importante de la historia de la Champions, cada uno de los gestos tiene repercusión no sólo en los resultados sino en los muchachos que lo están viendo. Su confesión y luego su rectificación no son travesuras de un chiquillo: son malos ejemplos para los chiquillos. El fútbol es distracción y ejemplo, no representa una ficción sino un espejo. A Ramos también le vendría bien una fe de errores. ● La renovación de Valverde en el Barça no ha sido celebrada como se debe. Hubo mucha controversia sobre la posibilidad de que no siguiera al frente del equipo. El banquillo azulgrana ha pasado, sucesivamente, por la revolución de los modos y por los modos tranquilos, y Valverde, artista de la fotografía y por tanto amigo de la paciencia, es una persona a la que, en el banquillo, se le ve cada sentimiento, pero es tranquilo como un maestro. Dani Garrido dijo ante el micrófono. “Para mi es un dios”. Un dios tranquilo, eso es. Me alegra que espíritus así estén al borde de la cancha.