AS (Galicia)

Mi adiós a un hombre bueno

- CARMEN COLINO ■

Escribir de Agustín Herrerín es escribir del Real Madrid. Un hombre bueno, leal al club en el que ha estado cincuenta años, eficiente siempre, brillante en cada sitio donde trabajó. Nos conocimos en 1994, él era el delegado del Castilla, en aquel momento entrenado por Rafa Benítez. Era un padre para todos: personal y deportivam­ente. En 1996, Lorenzo Sanz le encargó que fuera

el responsabl­e de aquellos jugadores que llegaban nuevos al club y que no sabían muy bien cómo moverse: Seedorf, Roberto Carlos, Panucci… Era el hombre para todo… Gracias a él hubo portería en el Bernabéu cuando se cayó contra el Borussia en 1998. Siempre tenía una solución para todo. Un tipo que se ha hecho querer siempre, que tenía amigos allá por donde caminaba. En 1999 pasó a ocupar el puesto de delegado del equipo. Desde su despachito lo controlaba todo. Mataba para que su campo estuviera siempre bien y estaba pendiente de que no faltara nada en los vestuarios.

Llegabas, te sentabas delante de su mesita y era como un confesiona­rio. Él se veía siempre ahí, decía “dónde voy a estar mejor”. Trabajar era su vida, eso y sus veraneos en Murcia o cuidar

a su mujer hasta el último día. No concebía su día a día sin pasar por el Bernabéu, sin saber que todo estaba en orden. Se ha apagado la luz de un buen hombre. Personalme­nte siempre le estaré agradecida. Lo quiero mucho como lo quieren todos los jugadores que han pasado por él, los del Madrid y los rivales, los empleados y los amigos. Hoy se va una parte importante de la historia del Real Madrid. Descanse en paz.

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