AS (Galicia)

Van der Poel ganó con un esprint para la historia

Conquistó la Amstel Gold Race 29 años después que su padre, Adrie

- JUANMA LEIVA

Mathieu van der Poel, la gran irrupción de lo que se lleva de temporada ciclista, cuenta desde ayer con una victoria épica que mostrar en su candidatur­a a superestre­lla de este deporte. La logró en el mejor escenario posible, la Amstel

Gold Race de su país, Holanda, en un desenlace espectacul­ar y cuando ya parecía que se le habían agotado las opciones.

En ese esprint final, desenlace de una carrera con 266 kilómetros y 35 cotas explosivas (los bergs), arrancó desde tan lejos y con tanta desventaja que

pocos hubiesen apostado por la victoria de este genial ciclista de 24 años que viene de dominar el ciclocross, y que ya se rifan los mejores equipos tras sus seis victorias en apenas 15 días de competició­n en 2019. Su estirpe, nieto de Raymond Poulidor e hijo de Adrie van der Poel (ganador de esta misma carrera hace 29 años), parece haberle enseñado un ciclismo batallador y atractivo que tanto llama la atención al aficionado.

Lo intentó desde lejos, a 43 km de meta en la subida a Gulperberg, acompañado de Gorka Izagirre, el único español que se dejó ver a falta de un Valverde sin fuerzas, como luego reconoció: “Me sentí vacío”.

Esa primera arrancada de Van der Poel fue sofocada. Los que sí se lograron marchar, poco después, fueron Julian Alaphilipp­e y Jakob Fuglsang, una pareja de mucha calidad que abrió hueco. Alejaron al pelotón y sólo Trentin y Kwiatkowsk­i se empeñaron en cazarles. El polaco del Sky nunca bajó los brazos, como adivinando lo que ocurriría en los instantes finales...

Alaphilipp­e y Fuglsang comenzaron esa desesperan­te vigilancia de los fugados que se creen inalcanzab­les y que requiere mucho cálculo y más sangre fría. No fue el caso. Su parsimonia propició que Kwiatkowsk­i les pillara la rueda en la última recta, mientras al fondo aparecía el grupo de favoritos comandado por Van der Poel.

El holandés tiraba como un poseso, pero parecía imposible que llegara. “Ni yo lo pensaba”, se sinceró después. Pero vaya si pudo. A 400 metros se levantó sobre la bici, imprimiénd­ole la potencia para llegar al trío y rebasarlo. Entró con un gesto de que ni él mismo se creía lo que acababa de protagoniz­ar... Lo asimiló en el suelo, rodeado por una nube de fotógrafos y aficionado­s. Nadie se quería perder la instantáne­a. El nacimiento de una estrella.

Desenlace “Ni yo pensé que lo lograría”, dijo el nieto de Poulidor

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LA HAZAÑA. A pesar de lo lejos que arrancó el esprint Van der Poel en la recta final (imagen superior izquierda), fue capaz de acabar ganando. En meta se tiró al suelo y lo celebró.
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