Colapso total
Sin garra ni organización, el equipo de Zidane fue vapuleado por el PSG ● Ni una parada de Keylor
Fue una de esas derrotas que separan al Madrid de su gente. Un equipo fantasma, desganado, en desbandada, se vio levantado por las solapas por un PSG falto de estrellas y sobrado de fe. Di María le puso la firma al triunfo de un equipo con peores jugadores pero mejores intenciones. Hazard pinchó en su primera gran cita y tampoco dejaron una impresión grata Mendy y Militao. Y Zidane, visto el comienzo, tardó en montar un alboroto. Sus dos primeros cambios llegaron a falta de 20 minutos, con el equipo en el patíbulo. También le vapuleó Tuchel. Y hubo amabilidad extrema con Keylor, al que no tiraron ni una vez. No pasaba desde hace diez años y 578 partidos.
Bale, Benzema y Hazard, bajo el acrónimo BBH, más la bala en la recámara de James, frente a un ataque en paños menores sin Mbappé, Cavani y Neymar. Así amaneció el Madrid en la Champions. Un mal enemigo y una situación insospechadamente favorable en una competición en la que siempre se siente a salvo, aunque el curso pasado fuese licenciado con deshonor por el Ajax. Y es que hay plantillas que no son capaces de sostener el mito. Esta apunta a una de ellas.
Ha sido un verano de turismo interior en el Madrid, obligado a buscar en casa lo que no pudo comprar fuera: Bale y James, dos monedas de cambio que han acabado por ser monedas de uso. En el mismo once que Benzema y Hazard, dejaron un equipo de baja protección, pese a que Zidane agrupó a la tropa en un 4-2-3-1 para alinear a Kroos, desafortunadísimo, junto a Casemiro, paliar el déficit en el quite y suavizar la salida de la pelota ante la presión feroz del PSG. Así malvivió el Madrid hasta que se topó con uno de esos goles que dan para largos debates. Beñat enlazó con Icardi y su centro raso lo metió en el primer palo Di María. Un palo de obligada vigilancia de Courtois, que no estaba allí. Todo, a cien metros de Keylor. Todo, a ojos de una afición que nunca acabó de entender el relevo. Uno de esos malos inicios que se cronifican en el Madrid.
Tuchel, amigo de jugadores y dibujos mutantes, metió a Marquinhos como medio de cierre y debió sentirse complacido de cómo su equipo hizo circular vertiginosamente la pelota para meter al Madrid en el puchero. También alargó a sus laterales, a sabiendas de que Bale y Hazard son malos perseguidores, y le ayudó el buen juego de espaldas de Icardi. Por ahí destruyó a un Madrid reducido a las ocurrencias de