La rebelión de las mujeres iraníes para ir a los estadios
Sara, activista de Open Stadiums, explica a AS su lucha
Se hace llamar Sara y le encanta el fútbol. Es iraní e ingeniera, pero desde 2005 pertenece al movimiento Open Stadiums, que lucha porque no haya restricción de sexos en los acontecimientos deportivos en su país y en especial por los derechos de las mujeres: “Existe una especie de segregación. Nosotras no podemos ver competiciones masculinas y ellos tampoco pueden entrar en las femeninas”.
A finales de agosto, salió a la luz gracias a la difusión de este movimiento activista el suicidio a lo bonzo de una seguidora que se disfrazó de hombre y acudió a ver un partido de fútbol. Fue descubierta y llevada a las dependencias policiales. Con un trastorno bipolar, y ante la condena de cárcel que le podía caer, decidió prenderse fuego. Falleció en el hospital días después.
“Ha sido un duro camino porque no era fácil contactar con periodistas extranjeros para dar a conocer el problema. Ahora, en este último año, hay muchas chicas que quieren ir a los partidos y se están enfrentando a consecuencias. Les hacen interrogatorios, van a la cárcel… Ha sido un año difícil para los activistas. Te pueden encerrar hasta diez años”, añade. Sara prefiere mantener el anonimato como todas sus compañeras: “No nos pueden agradecer nada pero es mejor que ir a la cárcel”.
Al contrario de lo que podía parecer, Sara explica que esta ley ancestral no refleja el progreso social y el día a día que hay en Irán, sino el tradicionalismo de un gobierno enclaustrado en el pasado y con miedo, que “piensa que las mujeres están pidiendo demasiado: si la república islámica acepta, se seguirán demandando cosas. Ponen una resistencia”. “Espero que vayáis algún día a Irán y veáis que las mujeres son unas auténticas luchadoras y que no es cierto que están todo el día en casa. No hay leyes en la constitución que diga que las mujeres tienen prohibido ir a los estadios. Muchos dicen que no es apropiado ver partidos de hombres porque hay insultos. Dicen que no es un entorno adecuado para las mujeres. Eso no es cierto, ya que en sociedad vamos al cine, al parque y a muchos sitios, y todo con normalidad. Es ridículo”, argumenta.
Los familiares de los miembros de Open Stadiums y de las activistas que se arriesgan intentando ir a ver partidos en directo les apoyan. “Solo el gobierno está en contra. La gente normal está con nosotras. Muchos de ellos se sienten mal porque Irán es el único país donde se prohíbe entrar a las mujeres. La mayoría no quieren ser amas de casa, como les han querido inculcar. El 60 por ciento de las universitarias son mujeres, pero el gobierno está abogando por aplacarlas porque no quiere manifestaciones. Es por ello que muchas de ellas han decidido marchase del país porque no es cómodo”, manifiesta.
La crisis económica que vive el país desde hace unos años ha agravado la situación. “El gobierno no permite manifestaciones ni protestas, se ha endurecido… Pero principalmente cuestionamos ahora a la FIFA, que dice que vela por los derechos humanos, y parece que no les importe”, comenta Sara, que solo estuvo un día en Barcelona dando voz a una injusticia. Ahora prosigue su lucha con el riesgo de la cárcel.
Condena “Acceder a los estadios puede suponer diez años en la cárcel”
El país “Las mujeres son luchadoras y no quieren ser amas de casa”
vigente para los partidos de clasificación para Qatar: solo habrá dos partidos. Por ejemplo, hace una semanas se jugó el derbi más importante de Irán, con cientos de miles de hombres (hombres…. no gente). Porque habría muchas mujeres a las que les gustaría ir”.
Habrá dirigentes de la FIFA en el duelo de este jueves, un hecho histórico pero que está aún lejos de ser una cotideanidad en Irán. “Nosotras seguiremos con nuestro trabajo de seguir difundiendo esta injusticia en el día a día”, dice Sara.