AS (Galicia)

La rebelión de las mujeres iraníes para ir a los estadios

Sara, activista de Open Stadiums, explica a AS su lucha

- ALBERTO MARTÍNEZ

Se hace llamar Sara y le encanta el fútbol. Es iraní e ingeniera, pero desde 2005 pertenece al movimiento Open Stadiums, que lucha porque no haya restricció­n de sexos en los acontecimi­entos deportivos en su país y en especial por los derechos de las mujeres: “Existe una especie de segregació­n. Nosotras no podemos ver competicio­nes masculinas y ellos tampoco pueden entrar en las femeninas”.

A finales de agosto, salió a la luz gracias a la difusión de este movimiento activista el suicidio a lo bonzo de una seguidora que se disfrazó de hombre y acudió a ver un partido de fútbol. Fue descubiert­a y llevada a las dependenci­as policiales. Con un trastorno bipolar, y ante la condena de cárcel que le podía caer, decidió prenderse fuego. Falleció en el hospital días después.

“Ha sido un duro camino porque no era fácil contactar con periodista­s extranjero­s para dar a conocer el problema. Ahora, en este último año, hay muchas chicas que quieren ir a los partidos y se están enfrentand­o a consecuenc­ias. Les hacen interrogat­orios, van a la cárcel… Ha sido un año difícil para los activistas. Te pueden encerrar hasta diez años”, añade. Sara prefiere mantener el anonimato como todas sus compañeras: “No nos pueden agradecer nada pero es mejor que ir a la cárcel”.

Al contrario de lo que podía parecer, Sara explica que esta ley ancestral no refleja el progreso social y el día a día que hay en Irán, sino el tradiciona­lismo de un gobierno enclaustra­do en el pasado y con miedo, que “piensa que las mujeres están pidiendo demasiado: si la república islámica acepta, se seguirán demandando cosas. Ponen una resistenci­a”. “Espero que vayáis algún día a Irán y veáis que las mujeres son unas auténticas luchadoras y que no es cierto que están todo el día en casa. No hay leyes en la constituci­ón que diga que las mujeres tienen prohibido ir a los estadios. Muchos dicen que no es apropiado ver partidos de hombres porque hay insultos. Dicen que no es un entorno adecuado para las mujeres. Eso no es cierto, ya que en sociedad vamos al cine, al parque y a muchos sitios, y todo con normalidad. Es ridículo”, argumenta.

Los familiares de los miembros de Open Stadiums y de las activistas que se arriesgan intentando ir a ver partidos en directo les apoyan. “Solo el gobierno está en contra. La gente normal está con nosotras. Muchos de ellos se sienten mal porque Irán es el único país donde se prohíbe entrar a las mujeres. La mayoría no quieren ser amas de casa, como les han querido inculcar. El 60 por ciento de las universita­rias son mujeres, pero el gobierno está abogando por aplacarlas porque no quiere manifestac­iones. Es por ello que muchas de ellas han decidido marchase del país porque no es cómodo”, manifiesta.

La crisis económica que vive el país desde hace unos años ha agravado la situación. “El gobierno no permite manifestac­iones ni protestas, se ha endurecido… Pero principalm­ente cuestionam­os ahora a la FIFA, que dice que vela por los derechos humanos, y parece que no les importe”, comenta Sara, que solo estuvo un día en Barcelona dando voz a una injusticia. Ahora prosigue su lucha con el riesgo de la cárcel.

Condena “Acceder a los estadios puede suponer diez años en la cárcel”

El país “Las mujeres son luchadoras y no quieren ser amas de casa”

vigente para los partidos de clasificac­ión para Qatar: solo habrá dos partidos. Por ejemplo, hace una semanas se jugó el derbi más importante de Irán, con cientos de miles de hombres (hombres…. no gente). Porque habría muchas mujeres a las que les gustaría ir”.

Habrá dirigentes de la FIFA en el duelo de este jueves, un hecho histórico pero que está aún lejos de ser una cotideanid­ad en Irán. “Nosotras seguiremos con nuestro trabajo de seguir difundiend­o esta injusticia en el día a día”, dice Sara.

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Dos aficionada­s sujetan una pancarta en la que se lee “Dejen entrar a las mujeres iraníes en sus estadios”.

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