AS (Galicia)

El Madrid pasa

Media hora final de tormenta blanca se llevó por delante al Barça, que perdonó en la primera parte

- LUIS NIETO

Una hora de cabeza no le dio al Madrid para ponerse líder. Media hora de corazón, sí. Esa pasión alentada por un Bernabéu curado de su crisis de fe, ese aire de equipo descamisad­o, arrebatado­r, se llevó por delante al Barça, al que se le fue el cercanías en la primera mitad. Una parada de Ter Stegen a remate de Isco fue el chupinazo que inauguró la fiesta del Madrid. A partir de ahí resultó imparable, de Courtois a Vinicius y Mariano, salido del zulo camino de la gloria.

El partido comenzó con un paso hacia adelante del Madrid y otro hacia atrás del Barça. Zidane puso a Marcelo como escolta de Vinicius para tirarse al cuello de Semedo, el flanco por donde blandea el Barça. Y Setién se ahorró al tercer punta para meter a Vidal como cuarto centrocamp­ista, el de más colmillo, por cierto. El inicio evidenció que el estado de necesidad del Madrid andaba un punto por encima. También la presión inicial, una carga dirigida por Valverde, sobrado de cubicaje. Una actividad frenética, un desgaste brutal a espaldas de la producción goleadora. Un espectácul­o que contemplab­a en el palco Cristiano, por quien aún se guarda luto en el Bernabéu, y desde la distancia Messi, el ángel exterminad­or, que cumplida la treintena parece empollarse los partidos antes de decidirlos.

En cualquier caso, quedó claro el choque de dos mundos, sin que de salida uno le quitara la razón al otro: el juego al espacio del Madrid y el juego al pie del Barça, al que le ha implantado Setién un marcapases. Hay días que da la vuelta al contador. Aun instalado en el ala izquierda de la casa blanca, el Madrid se procuró la simetría con

Valverde muy vencido a la banda derecha que debía tapar un Jordi Alba sujeto físicament­e por los pelos. El tremendo gasto energético de la primera mitad dejó muy poco a efectos contables, con cierta insatisfac­ción para el Barça, provisto de más dinamita: una volea alta de Benzema, dos remates sin puntería muy lejanos de Kroos, un error grosero de Griezmann a envío de Alba, un mano a mano que no supo resolver Arthur ante Courtois, la ocasión perfecta para el rematador equivocado, y un esprint de Messi que resolvió con un tiro sin colocación, una rareza, que salvó Courtois. Fue la única vez antes del descanso en que se escapó de la jaula de Casemiro, el jugador que defiende sin vergüenza que su gol es robar la pelota.

En cualquier caso, con el paso de los minutos, el partido se soltó el cinturón. Quedó expuesto el

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Vinicius, dedicándol­e el primer gol a la grada mientras sus compañeros también lo celebran en el césped.
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