De las suspensiones por las grandes guerras al COVID-19
Es el primer aplazamiento
Los Juegos Olímpicos nunca habían sufrido un aplazamiento desde que se inició la Era Moderna de la competición universal en Atenas 1896 por impulso del barón Pierre de Coubertin. Las grandes guerras fueron los únicos motivos que provocaron cinco suspensiones, tres de verano y dos de invierno. La pandemia del COVID-19, un hecho insólito en la historia de la humanidad que ha obligado al confinamiento de muchísimos deportistas, ha sembrado un triste precedente. Una guerra desconocida, contra un virus que no dispara pero también mata.
En 1916, Berlín debía acoger los Juegos, pero la Guerra Mundial obligó a suspenderlos, con el Estadio Olímpico utilizado ya desde 1915 como hospital de emergencia. Después, el COI concedió a Tokio y Sapporo los de verano e invierno, respectivamente, de 1940. Pero renunciaron en 1938 por la guerra
Ientre China y Japón. Dos ciudades sobre las que parece pesar una maldición, porque a Sapporo se habían trasladado este año también las pruebas de maratón y marcha huyendo del calor. Las ediciones de 1940 decidieron recolocarse en Helsinki (Finlandia)y Garmisch (Alemania) pero no se llegaron a celebrar por la II Guerra Mundial.
En noviembre de 1939 se cancelaron los de invierno, porque dos meses antes la Alemania nazi de Adolf Hitler invadió Polonia. Los de Finlandia cayeron en mayo de 1940 porque la Unión Soviética atacaba el país con ansias anexionistas. Tampoco salieron adelante los de Londres y Cortina d’Ampezzo en 1944.
Los Juegos no los tumbaron los boicots. En Melbourne 1956 lo hubo (España no fue) por la represión soviética en Hungría. Y los de Moscú 1980 y Los Ángeles 1984 sobrevivieron a las ausencias por la Guerra Fría.
Boicots Moscú y Los Ángeles siguieron pese a la Guerra Fría