La Octava llegó en la primera final española de la historia
Parecía imposible que el Madrid superara a Manchester United en cuartos y al Bayern Múnich en semifinales, pero lo hizo con brillantez antes de ganar 3-0 la final al Valencia
Toshack, que había llegado pocos meses antes para sustituir a Hiddink, comenzó la temporada recomendando los fichajes de Baljic y Geremi a los que conocía de su estancia en Turquía. Además, se consiguió el concurso del central brasileño Julio César, del céltico Míchel Salgado (pago de la cláusula de 2.000 millones), del españolista Iván Helguera, del argentino Bizzarri y del inglés McManaman. Ascendieron del filial el joven guardameta Iker Casillas, el lateral Dorado y el delantero Meca. Pero el gran fichaje del verano fue el fenómeno francés Nicolás Anelka, que militaba en el Arsenal londinense. Jugador joven, con enorme proyección de futuro y dotado de cualidades técnicas y físicas para ser uno de los grandes futbolistas de la emergente generación, desde el primer momento de su llegada a Madrid demostró una cierta inestabilidad psíquica. Aterrizó en Barajas la noche del 4 de agosto en medio de enorme expectación. Los 5.540 millones del coste de su fichaje se definieron como la locura más grande en la historia del Real Madrid… pero una locura encantadora. Su contrato contemplaba una duración de siete años.
Las bajas fueron de primera magnitud: Mijatovic, Suker y Panucci, además de las de Contreras, Fernando Sanz, Jaime, Rojas, Tena y Tote, cedido al Benfica.
Pese a los refuerzos, la Liga representó para Toshack un reto que el galés no pudo superar. Anelka no respondió a las expectativas que había despertado. No encajaba en el equipo y no marcaba goles. La lesión de Illgner motivó las dudas sobre si era Bizzarri o Casillas el más adecuado para defender la portería. El 17 de noviembre, exactamente el mismo día que en su anterior etapa, pero con nueve años de por medio, Toshack fue destituido como entrenador y relevado por Vicente del Bosque. Desde finales de octubre, directivos, jugadores y aficionados estaban en contra del galés. Una racha de ocho partidos consecutivos sin ganar había acabado con la
La segunda de Lorenzo Sanz. Vicente del Bosque consiguió paliar los problemas provocados por la etapa de John Benjamin Toshack como entrenador y llevó al Real Madrid a la conquista, ante el Valencia, de la última Copa de Europa del Siglo XX.
paciencia de todos. El Real Madrid ocupaba el octavo puesto en la clasificación después de haber estado a tres de puestos de descenso.
Sin embargo, en la Copa de Europa se superó con comodidad la primera fase, encabezando el grupo E, compuesto con el Oporto, Olympiakos y el Molde noruego.
Vicente Del Bosque, hombre de la casa desde sus tiempos de jugador juvenil, supo restablecer, poco a poco, la confianza de la plantilla.
La segunda fase comportaba mayores dificultades, pero antes del parón invernal se ganaron los dos choques, al Dinamo en Kiev y al Rosenborg en el Bernabéu.
Las fiestas navideñas, con la sorpresa de la venta de Seedorf al Inter, sirvieron para acudir a Brasil a participar en el primer Mundial de Clubes. Se realizó una pobre actuación, y Anelka, que había jugador bien el torneo, sufrió una lesión grave que le dejó fuera de combate por algún tiempo. Del Bosque resolvió las dudas en la portería otorgando su confianza al jovencísimo Casillas y el equipo fue mejorando en resultados y rendimiento en la Liga.
El 29 de febrero se perdió (2-4) con el Bayern muniqués en el Bernabéu y una semana después también en Baviera (4-1). El pesimismo embargaba los espíritus cuando el Dinamo empató en Chamartín. Había que jugarse el ser o no ser en Noruega. Raúl marcó a los tres minutos del pitido inicial. Tras 90 angustiosos minutos, los aficionados respiraban por haber obtenido el pase para cuartos de final.
La lucha por la clasificación europea había dejado en segundo plano las competiciones españolas. El Deportivo se alejaba en la Liga y se perdía en semifinales de Copa. Sólo quedaba la Copa de Europa y gran parte de las esperanzas se perdieron cuando el Manchester United arrancó un empate sin goles en el Santiago Bernabéu. Dos semanas más tarde se asistió en Old Trafford a uno de esos acontecimientos que han jalonado la historia del club más laureado del siglo XX. El equipo de Del Bosque realizó un encuentro excepcional. Todos los hombres rayaron a gran altura, tanto individual como colectivamente, y al cabo de una hora de juego el electrónico señalaba un 0-3 impensable pero lógico por lo que estaba sucediendo sobre el terreno inglés. La jugada de Redondo, los goles de Raúl, las paradas de Casillas, el mando de Helguera, los marcajes de Campo y Karanka, el trabajo de Macca… todos luchando, cerrando huecos y abriendo espacios. Perfecto.
Al final, los ingleses maquillaron el resultado con dos goles, pero no pudieron impedir el pase de los blancos a la semifinal (2-3). El partido de Manchester sirvió para que se recuperase una confianza absoluta en el poderío del equipo y ello se puso de manifiesto en el primer encuentro con el Bayern de semifinales. Nada fue igual a lo que había sucedido dos meses antes. La seguridad defensiva merengue anuló a la delantera muniquesa y esta vez Anelka mostró parte importante de las cualidades que se le suponían, por lo que se pudo viajar a Múnich con la relativa tranquilidad de un resultado 2-0.
En el estadio Olímpico bávaro, el temor del tempranero gol
Renovación Llegaron Anelka, Salgado, McManaman, Helguera, Julio César...
Clave
La victoria en Old Trafford fue el catalizador del gran final de campaña