Experimento en Tokio
Las normas: test diarios de saliva, encierro en el hotel y geolocalizador
Después de un interminable viaje en un desértico avión el pasado miércoles, el equipo español de saltos que busca la clasificación olímpica en Tokio tuvo que esperar cinco horas en el aeropuerto de Haneda. Su test PCR negativo no fue suficiente. “Nos sometimos a un test de saliva y tuvimos que descargarnos dos aplicaciones en el móvil. Los que no tenían móviles compatibles tuvieron que alquilarlo. En una de esas app nos controlan la geolocalización tres veces al día. En la otra, nos envían dos preguntas frecuentemente: si estamos bien y si hemos tenido contacto con una persona con síntomas”, detalla Donald Miranda, director técnico, quien es testigo del experimento que está viviendo el comité organizador a dos meses y medio del comienzo de los Juegos. “Si hacen el mismo procedimiento con más aviones en los Juegos, puede ser caótico”, advierte el preparador italiano, que de momento no ha visto que ningún saltador del joven equipo español logre el billete.
Después de esa prolongada llegada, un autobús de la organización los trasladó a un “espectacular” hotel, un auténtico reclutamiento. “No podemos ni bajar al hall”, remarca Miranda. Todos los deportistas deben permanecer en sus habitaciones durante la espera para ir al Centro Acuático, incluso cuentan con un responsable por planta que se encarga de hacerles llegar las tres comidas al día.
Una vez llegan a la piscina olímpica, la misma que se utilizará en los Juegos, se someten a un test de saliva y en el recinto cuentan con más “libertad”. Se mantienen las distancias y la mascarilla, pero todo es más flexible cuando arranca la competición. “Los japoneses son muy amables y ponen todos los recursos. A nivel de organización nos parece que los criterios de seguridad chocan con la efectividad organizativa. Están activando protocolos, probando cosas. Está siendo un test importante”, comenta Miranda.
Al margen de los detalles que empiezan a desgranar sobre las medidas en los Juegos por la COVID, el equipo de saltos es testigo de una piscina “guapa, cómoda y espaciosa”, pero particular: “No tiene ventanas, parece que estés en una caja o un Gran Hermano”. Metafórico.
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