AS (Galicia)

Palo de Erviti

Politt logra su primera victoria en una grande, por delante del español, tras rematar una escapada en Nîmes

- JUAN GUTIÉRREZ

El récord de Eddy Merckx puede esperar. Después de sumar su 33ª victoria el pasado martes en Valence y de colocarse a una del Caníbal, Mark Cavendish sacó un rotulador y subrayó cuatro días en el libro ruta, los únicos propicios para llegar al esprint. El primero era ayer en Nîmes, una ciudad acostumbra­da a las llegadas masivas, que habían decidido el ganador en las últimas tres visitas: Caleb Ewan, en 2019; Alexander Kristoff, en 2014; y el propio Cavendish, en 2008. Aquel año, el inglés comenzó su productiva cosecha en el Tour de Francia. Nîmes acogió su cuarto triunfo en aquella edición, también la cuarta de su interminab­le colección. El sitio era ideal para retar a Merckx. Pero no hubo esprint… ni plusmarca.

La segunda mitad del Tour es más apta para las escapadas. Los cuerpos están cansados, la lista de bajas es amplia, los equipos de los velocistas han mermado… Y mucho más si el día anterior se ha subido dos veces el Mont Ventoux. Cavendish acabó esa etapa a 40:40 minutos, rodeado de escuderos del Deceuninck, a la espera de escenarios mejores, que no fueron Nîmes. En la misma salida de Saint Paul Trois Châteaux se había anunciado la retirada de Peter Sagan, con un problema de rodilla. Había más ganas de tener una jornada tranquila que de controlar la carrera. Y la fuga aprovechó el espíritu alicaído para engordar.

La fuga. La escapada victoriosa estuvo formada por 13 corredores, entre ellos Julian Alaphilipp­e, repetidor del día anterior, a quien esperaba en la meta su pareja, Marion Rousse, la madre de su reciente hijo, aquel a quien dedicó la victoria en el arranque de Bretaña con un chupete figurado. Quiso rendirle otro homenaje, pero la paliza ya era doble. El grupo también albergaba a hombres rápidos que ya no resisten el pulso con Cavendish, caso de Greipel, Swift, Mezgec y Boasson Hagen. Aventurero­s habituales como Theuns y Van Moer. Más escaladore­s como Sweeny y Henao. Y rodadores como Küng, Politt e Imanol Erviti, que representó con garra al ciclismo español. También había entrado inicialmen­te Omar

Fraile, pero el equipo Astaná le frenó para proteger del amenazante viento a Alexei Lutsenko, que aún aspira al podio.

La fuga se rompió a 50 kilómetros con un ataque de Nils Politt, un alemán de 27 años acostumbra­do a ganar poco, de hecho sólo tenía hasta ayer una victoria en la Vuelta a Alemania, pero sí a hacer buenas clasificac­iones y a luchar por puestos de honor en las cronos. Un ciclista potente. Su líder Sagan se había retirado y había que cambiar de táctica para perseguir el éxito. El corredor del Bora-Hansgrohe seleccionó un cuarteto con Stefan Küng, otro contrarrel­ojista de mayor prestigio; Harry Sweeny, el más montañero de todos; y el propio Imanol Erviti, un veterano ganador de dos etapas en la Vuelta, pero hace mucho tiempo, allá por 2008 y 2010. Los cuatro iban a jugarse la victoria.

A falta de 15 kilómetros, Sweeny aprovechó un repecho para jugar sus bazas. Su arrancada reventó a Küng. Uno menos. Y casi lo hace con Erviti, que logró enlazar a su ritmo. El triunfo era ya cosa de tres. Politt exhibía las mejores piernas, se había visto en la fuga, e hizo cumplir el pronóstico. Poco después, a 12 km, el alemán lanzó un ataque letal. El navarro del Movistar hizo amago de salir, pero optó por sacar el codo, ese gesto universal que pide el relevo al compañero. El australian­o rechazó la invitación, también había consumido sus fuerzas. Politt ya era el ganador, sólo tenía que rematar. Erviti entró en segunda posición, la miel en los labios. Un palo. La última vez que una escapada había triunfado en Nîmes, en 2004, se había impuesto Aitor González. Tampoco se cumplió el precedente español. Ni el esprint de Cavendish.

Sin esprint Cavendish no dispuso de la opción para igualar el récord de Merckx

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain