AS (Las Palmas)

Vallecas rugió y el Rayo se exhibió frente al Celta

Los franjirroj­os ya iban ganando por 3-0 en el minuto 36

- MAITE MARTÍN

Si Mestalla supuso un brote verde en el futuro del Rayo, Vallecas confirmó la floración. Tres goles espantaron el maleficio y dejaron en la cuneta las nueve jornadas consecutiv­as sin ganar. Una victoria tan necesaria como curativa. Paco mantuvo los cimientos del equipo que empató en Valencia y Berizzo se lo jugó todo a la Copa, alineando a los menos habituales y lo pagó.

El aliento de la grada generó un vendaval franjirroj­o. Bebé parecía el correcamin­os. La banda se le quedaba corta y el palo evitó que abriera el marcador. El palo, de nuevo, repelió un cabezazo de Llorente. Y, aunque suene a broma pesada, el palo truncó la primera bala de Miku. Pero el Rayo, que no cree en maleficios ni meigas, se sentía cómodo e iba metiendo más y más revolucion­es. Llegaron los goles. Miku respondió a la confianza del míster, que le dio la titularida­d por tercer partido consecutiv­o, y anotó su primer tanto del curso: aprovechó un centro de Trashorras, palo mediante, para adelantar a los locales. Cinco minutos después, Tito cabeceó una falta botada por Trashorras. El lateral, reconverti­do a central, no perdonó como rematador. Y a los diez minutos, Jozabed cazó con la testa un balón de Trashorras. La octava diana vallecana a balón parado este curso. El marcador lucía un 3-0 en poco más de media hora. Bebé era la magia; Trashorras, el cerebro y Miku, la perseveran­cia.

Vallecas coreó a los suyos cuando se iban al descanso. Un balsámico triunfo que necesitaba el equipo y añoraba la grada. Hasta el minuto 48, el Celta no dispuso de su primera ocasión del choque: un tímido disparo de Hugo Mallo que atajó Juan Carlos sin problema. Y el Rayo seguía, erre que erre, buscando más premio porque quedaba gasolina, tiempo y hambre. A Miku se le fue alto, a Jozabed demasiado escorado, también erró Javi Guerra y el Rayo se marchó victorioso, cobrando mayor sentido una pancarta: “Nadie puede vencer a quien nunca se rinde”. Tres puntos que le dan oxígeno en la clasificac­ión y fe en que se puede.

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ALEGRÍA. Los jugadores del Rayo celebran uno de los goles que le dieron el ansiado triunfo en Vallecas.
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