AS (Las Palmas)

Lopetegui “Salí del Oporto optando todavía a cuatro títulos”

- A. GABILONDO / LA ENTREVISTA

Julen Lopetegui ( Asteasu, 1966) salió del Oporto tras un final turbulento y cuando el equipo aún estaba vivo en todas las competicio­nes. Su relación con el presidente Pinto da Costa, los pocos fichajes en verano, el nivel de Casillas y su futuro a partir de ahora. Mucho hay que saber.

¿ Qué tal se encuentra, Julen? Un despido siempre es algo ingrato. —Me siento un privilegia­do por haber entrenado a un equipo del nivel de importanci­a y de exigencia del Oporto. He vivido una experienci­a fantástica a todos los niveles. Fuimos capaces de competir en muchísimos momentos muy bien, con partidos importante­s. Pero también paralelame­nte tengo una sensación de tristeza por haber sido apartados de la parte final de un proyecto nuevo que estábamos volviendo a construir. No nos han dejado terminar la obra que empezamos. — Cinco días antes de la decisión, el Oporto era líder. ¿Cómo se explica eso? —Es cierto. Además teníamos la sensación de que en el mercado de invierno podíamos corregir algunos desequilib­rios importante­s de la plantilla claramente diagnostic­ados. Contábamos con un grupo de 14 jugadores nuevos, algunos de ellos muy jóvenes, que podían mejorar en la segunda vuelta tras el trabajo de la primera. Teníamos más puntos que el año pasado, seguíamos vivos en cuatro competicio­nes, y el despido fue una sorpresa. Nos entristeci­ó. — La famosa rueda de prensa tras la derrota ante el Sporting en la que acusa a los medios de querer despelleja­rle, ¿reflejó la dureza que estaba viviendo? — Durante la temporada hay momentos de tensión. El Oporto es un club de máxima exigencia y lo habíamos aceptado de buen grado. Pero una cosa es la exigencia y otra vivir en una falsa realidad. Teníamos un equipo para competir y poder ganar la liga, pero no para ganarla en noviembre o diciembre. La manera de analizar y valorar lo que estábamos haciendo era diferente a la que nosotros pensábamos y es lo que quise transmitir. —El presidente Pinto da Costa siempre fue su gran valedor en el club. ¿ Le sorprendió el giro repentino de defenderle a despedirle? — Tengo buena relación con él, más allá incluso que la de presidente a entrenador. Hasta el mismo día en que tomó la decisión, públicamen­te me dio su apoyo. Es un gran presidente y un buen hombre, aunque segurament­e mal influencia­do en algunos momentos. Me quedo con una buena imagen suya porque sé lo que él ha pensado hasta el final de mí. También sé que hay una gran presión detrás y que ha tomado una decisión en la que no creía, al menos por cómo se despidió tan cariñosame­nte de mí. —Sin embargo, el otro día, en el canal oficial del club, cargó contra usted. Dijo que le pidió “fichar un Ferrari ( Imbula) y luego el Ferrari lo dejaba en el garaje”. — No le doy mucha importanci­a, la verdad. Yo sé lo que él ha opinado de mí. Haciendo un símil automovilí­stico, aunque no me guste mucho hacerlo, diría que todos los coches necesitan un tiempo de rodaje. Imbula es un buen jugador y podía ser la guinda a la plantilla, pero nosotros teníamos otras necesidade­s y no llegaron. —En breve hay elecciones en el Oporto. ¿ Pueden haber influido también en la decisión de Pinto, como una especie de lavado de imagen? —No lo sé. Es verdad que había mucho ruido, aunque eso debería decirlo él. Tomó esa decisión y yo prefiero quedarme con nuestro trabajo y con que tuve buena relación hasta el mismo día en que me comunicó mi adiós. Nos fuimos cuando teníamos posibilida­des intactas de ganar los cuatro títulos a los que optábamos. — El ambiente no era bueno. Tanto, que el día en que se ponen líderes, un 3-1 en casa ante el Académica, el estadio acaba abroncando al equipo. ¿Cómo es posible? — Pues no lo sé. En vez de celebrar el liderato y un buen partido, la gente ponía el foco en que no jugara determinad­o chaval de la cantera. Parecía que estaban buscando una excusa para llevar las cosas al lado negativo cuando todo era positivo. Pero bueno, para mí son experienci­as de las que aprendimos y que nos hacen más fuertes. —¿A usted le sugerían quién debía jugar y quién no? — No, no. Para nada. Absolutame­nte. Tampoco lo permitiría. —¿Cómo se quedó cuando en verano perdió a siete de los titulares con los que había llegado a cuartos de Champions? — Los entrenador­es estamos expuestos a que los clubes hagan eso. Lo que ocurrió en verano fue fruto del gran año que hicimos. La exposición de la Champions permitió tener mucho mercado y hay que entender que el club lo aprovechar­a. De hecho, hizo su récord de ventas y se fueron siete titulares, que son muchísimos. Alguno a última hora que tampoco esperábamo­s, como Alex Sandro. Intenté ser honesto con el club y aceptarlo, incluso sabiendo que había posibles sustitutos que podían venir y no lo hicieron. Entendí que hasta enero podíamos competir así y corregir luego las situacione­s. Pero no hemos podido. — ¿ No le ficharon jugadores del mismo nivel de los que se fueron? —Es verdad que en verano teníamos dos prioridade­s muy claras: un 9 y un 10. Llegaron jugadores que quizá no eran los que pensábamos que podían llegar, pero eran jóvenes, estaban creciendo y en la segunda vuelta teníamos opciones de consolidar­nos. —¿Qué continuida­d puede tener un proyecto que cambia tanto de año a año? —Cuando llegamos al Oporto vinieron 14 jugadores nuevos y el pasado verano, en la segunda temporada, vinieron otros 14. Son equipos nuevos, con conceptos de juego que necesitan tiempo, como el curso anterior, y eso implica empezar de cero. Es un trabajo de entrenador y estábamos en el camino de lograr los objetivos, pero sin expectativ­as erróneas. Pensar que podíamos ganar la liga por 12 ó 20 puntos de diferencia era erróneo. El Sporting y el Benfica tienen muy buenos equipos también y estábamos a la par que ellos y teniendo que recibir aún al Sporting. —¿La apuesta por Casillas no salió del todo bien? — Iker llegó con una grandísima predisposi­ción y humildad, trabajó muy bien y estábamos contentos con él. Lógicament­e tuvo partidos mejores y peores, como todos, pero sabiendo que su carácter competitiv­o le podía hacer decisivo en momentos importante­s.

“Estoy triste porque no se nos ha dejado terminar la obra que habíamos empezado”

“Cuando llegué hubo 14 nuevos y al siguiente año, otros 14. Fueron dos equipos desde cero”

“Iker tuvo disposició­n y humildad. Luego, como todos, jugó partidos mejores y peores”

—El otro día dijo Del Bosque que Casillas quería ir a la Eurocopa incluso como suplente. —La decisión que tome Vicente será acertada y asumida por los jugadores, sea cual sea. Estoy convencido. Conociendo a ambos no tengo la más mínima duda. —¿Es verdad que a Iker por la calle en Oporto le han echado en cara algunos errores? — No sé lo que le han dicho. Está claro que una cosa es la exigencia máxima como club y otra traspasar la línea roja de respeto. Espero que nunca se sobrepase. —¿Y a usted, cómo le trataban? —Yo he tenido una relación correcta. La gente es amable y cariñosa, aunque hubiera una parte que pudiera hacer más ruido. Quizá había demasiadas prisas. Los títulos llegan cuando tienen que llegar, que es en mayo. — En Oporto la sombra de Mourinho es alargada por todo lo que allí ganó, especialme­nte la Champions. ¿Lo sintió? —La historia marca mucho el camino, pero eso es bueno. Para un técnico la obligación de tener que ganarlo todo es maravillos­o. Bien es cierto que aquella Champions se logra en una época diferente, con jugadores que empezaban y terminaban su carrera en el propio club. A nosotros nos tocó vivir otro momento. Hacía tiempo que el Oporto no llegaba a cuartos y se vivió con entusiasmo. Estamos orgullosos de la Champions que hicimos. —No hay mucha memoria en el fútbol. Hace nueve meses le llovían los elogios por rozar las semifinale­s de Champions y hoy está fuera. — El año pasado fue muy bueno, es cierto. Nos quedamos a dos puntos de la Liga, de 14 partidos de Champions perdimos uno y muchos jóvenes experiment­aron una mejoría bárbara. — ¿ Le pudo pasar factura la eliminació­n en Champions ante Chelsea y Dinamo de Kiev cuando necesitaba­n sólo un punto en dos jornadas? — Pensar qué pudo ser o no tampoco sirve de mucho. Estábamos en el lugar que hay que estar para poder ganar títulos. Todos los equipos van a perder puntos, como luego le ocurrió al Sporting ante el Tondela. —En Portugal se dice que nunca llegó a conectar con la afi- ción ni con la gente, al igual que les ocurrió a otros técnicos españoles como Camacho o Víctor Fernández. —La empatía la provocan muchas veces los medios de comunicaci­ón. Yo traté de ser respetuoso con todo el mundo y muy cariñoso con mi afición. Quizá no conecté. También es verdad que me preocupaba más de mi trabajo en el día a día. — El equipo tampoco funciona sin usted, eso es una realidad… — Tampoco estoy pendiente, ni voy a estarlo, de lo que pueda hacer. Yo al Oporto y a su afición les deseo suerte y deberán hacer su camino. —Y el suyo, a partir de ahora, ¿cuál es? — Primero darnos cuenta de que la experienci­a vivida nos hace mejores entrenador­es y profesiona­les; luego, una vez aceptada la situación, aprender y prepararno­s para el futuro. Y con ilusión, tratando de no precipitar­nos, buscar algo que nos permita seguir entrenando y compitiend­o al máximo nivel. — ¿ La Selección? Usted conoce mejor que nadie el equipo que segurament­e deje Del Bosque tras la Eurocopa. — Tengo tanto respeto por Vicente y por esa casa que lo que hay que hacer es disfrutar del mejor entrenador de la historia de la Selección y apoyarle en la Eurocopa. A partir de ahí ya se verá lo que depara el futuro. — ¿ Pero le apetece entrenar ya o prefiere descansar? — Al final, a un entrenador lo que le apetece o no se lo marca el día a día. Lo que siento es que me apetece ver a colegas, ver fútbol, ver distintos métodos de trabajo, viajar un poco, y poder coger algo a principio de temporada, con tiempo para trabajar. Pero una cosa es lo que queremos y otra lo que pasa. — ¿ Le ha llamado mucha gente del fútbol? —Sí, mucha. Algunos sorprendid­os porque pensaban que estábamos bien. —Benítez también fue despedido. ¿Qué pudo pasar con él? —Imagino que en el Madrid hay aristas que hay que equilibrar. Cuanto más grande es un equipo, más. Pero creo que a mí no me compete analizar lo que pasó en el Madrid. A mí desde fuera me da pena cada vez que un entrenador se va.

“Quizá no conecté con la gente. Fui amable y cariñoso, aunque me ocupé más de lo mío”

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