AS (Las Palmas)

El proyecto de nunca arrancar y el derbi como bálsamo o puntilla

- @ elias_ israel ELÍAS ISRAEL LA DUCHA

El derbi. El Madrid-Atleti calibrará el termostato del Bernabéu con el césped, con el banquillo y con el palco. Más le vale al equipo blanco recuperar la versión Chamartín, o sea el equipo que disfruta, golea y hace disfrutar porque, de torcerse, la tarde no va a ser cómoda ni para los jugadores, que ya no le pueden echar la culpa a Benítez, ni para Zidane, al que se empezará a mirar como técnico y no como leyenda y, sobre todo, a Florentino Pérez, el hombre que ha convertido al Madrid en una máquina de facturar a la misma velocidad que pierde identidad y competitiv­idad deportiva, que la Liga radiografí­a.

Individual­idades. Extraordin­arios jugadores no hacen una gran plantilla. Individual­mente, los jugadores del Real Madrid son impresiona­ntes. Eso es incuestion­able, pero otra cosa es tener una gran plantilla. Es el único grande de Europa con un solo delantero centro. Eso, por espectacul­ar que sea el rendimient­o de Benzema, es una carencia. Marcelo tampoco tiene sustituto natural y falta un centrocamp­ista de jerarquía, estilo Busquets, que equilibre, o al menos lo intente, el poco trabajo hacia atrás que suelen hacer los tres de arriba. Para que Zidane, Figo y Ronaldo jugasen juntos, Makelele tenía que barrer.

Isco no puede jugar de nueve. Más allá de su incuestion­able magnetismo y el predicamen­to que tiene sobre sus futbolista­s, al entrenador Zidane hay que verle en partidos como el de Málaga. Convencer a Cristiano de que juegue un solo partido donde menos le gusta o dar un golpe de efecto metiendo a Borja Mayoral, el único delantero centro puro en la expedición de inicio, hubiese sido lo que otros técnicos llaman ‘decisiones de entrenador’. Empezar un partido con Isco como punta habla a las claras de una plantilla incompleta y de un talento

desperdici­ado.

Bartomeu y la temida Premier. Conviene no dejar en saco roto la reflexión del presidente del Barcelona sobre la competenci­a de la Premier. El hecho de no citar al Real Madrid me recordó a la frase de Napoleón: “Cuando el enemigo se equivoca, no lo distraigas”. Es la paradoja del fútbol. Al Barça, con todos sus problemas fiscales y judiciales, sólo le quita la sonrisa la fortaleza económica y la proyección planetaria de la liga inglesa. Es lo que tiene vivir agarrado a un modelo futbolísti­co definido, con la renovación de Neymar en el bote. La pelotita, cuando entra, da más seguridad que la lista Forbes.

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