AS (Las Palmas)

Europa es del Madrid

Casemiro e Isco, armadores y goleadores, le dieron la Supercopa de Europa ● El United sólo apretó al final ● Cristiano jugó los últimos minutos

- LUIS NIETO

El hexadesafí­o del Madrid llega al menos hasta el doble Clásico. Ante el United alargó su eurorreina­do después de una hora completísi­ma, bajo la cobertura de Casemiro e Isco, y un suplicio final producto de la falta de energía. La Supercopa, título del segundo escalón del podio, tuvo el sobrevalor de arrebatárs­elo a dos clásicos: el United y Mourinho, que en el Bernabéu dejó más pleitos que copas.

Aquel protomouri­nhismo que invadió el Madrid en los tiempos de esplendor del Barça de Guardiola se plantó sin disimulo ante el once de Zidane. Una alineación disfrazada de 4-3-3 en la planilla ofrecida a la UEFA y que ocupó el campo con tres centrales, dos laterales de media distancia, once jugadores detrás de la pelota, un achicamien­to obsesivo del campo y un estado permanente de alerta para el contragolp­e al calor de los treinta y tantos grados de Skopje. Si de la UEFA dependiera algún Campeonato del Mundo de esquí le caería a Benidorm en agosto.

El Madrid tramitó bien ese farragoso trabajo agrupando cuatro centrocamp­istas, fórmula científica­mente probada que blanquea más el juego que cuando se reúne la bbC. Jugó Bale, cuyo fútbol pareció haber prescrito con su última lesión, una decisión interpreta­ble como mensaje de consumo interno. Benzema, que a días es azúcar y a días vinagre, le sirvió de acompañant­e, porque imperó la prudencia con Cristiano, el único que de verdad no tiene relevo, que empezó en el banquillo. Y el galés fue de una banda a otra con más codicia y más pericia que en los principios del verano. Pero quienes llevaron el soplete a las puertas de De Gea fueron Casemiro, Isco y los laterales. Casemiro ya no es sólo el arnés del que cuelga el Madrid en sus peores días. Ya se ve un centrocamp­ista de dos áreas, lo que ha dejado de ser Pogba, un jarrón chino al que no se le encuentra sitio en casa.

Casemiro, pues, le quitó al Manchester la pelota y el ánimo y levantó la barrera por la que se fueron colando los demás en campo inglés. Y es que el Madrid, que a los dos minutos pudo adelantars­e de forma accidental en una pelota que le cayó del cielo a Bale, explicó después el porqué de su neoimperia­lismo en Europa. Se desplegó por las bandas, se afinó con la pelota,

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