Bochorno en Lasesarre: el árbitro se harta y se va
Hubo dos expulsiones y una fea tángana
Absoluto surrealismo en Barakaldo. Dos equipos reunidos en el césped a un minuto de acabar y el árbitro hernaniarra Daniel Palencia Caballero, de Segunda B, que, harto por cómo se estaba calentando el Athletic-Alavés, reúne a sus auxiliares y se larga a vestuarios. Incertidumbre. Los organizadores de la Euskal Herriko Kopa trataron de convencer al colegiado, pero quedó suspendido el choque. Previamente echó a Alexis por hablar y éste le tocó la cara; y en ese tramo final Romero hizo una entrada fea a Saborit, que se revolvió y empezó una tángana. Palencia se puso al margen y no se vio capaz de poner justicia, así que se largó.
Ese colofón hunde un torneo de nuevo cuño. Y deja en segundo plano todo lo que pasó en términos de fútbol. Como la joya para ver mil veces del minuto 47, que elevó la final. Muniain se sacó con una virguería a dos jugadores de encima, abrió en la derecha a Lekue, que de primeras centró a Aduriz; este surcó un rato el espacio aéreo de Lasesarre y embocó como los grandes cazagoles de área. Era el 2-1. De inico, ambos llegaban fácil a las áreas, enganchando rápido con las medias puntas. San José y Vega son dos mediocentros muy posicionales y trasladar el balón a zonas de ataque costaba mucho. Por eso el ritmo era pesadote, aplastante.
En la primera media hora se asistió a un rosario de jugadas de estrategia, con muchos jugadores apelotonados. Un atasco.
Vesga metió un gran gol raso desde más allá de la media luna del área. Ziganda cambió a seis en el descanso. Aduriz cometió una torpeza al poner el codo en una falta lanzada por Ibai. Lanzó el penalti éste y cogió el rechace para colarlo por la escuadra. Luego Aritz se desquitó con un tanto marca de la casa. Y llegaron los líos, otro penalti, este más dudoso, y un bochorno que debería sonrojar a más de uno. No se tiraron los penaltis.