“Tengo que hacer mi mejor tenis para vencer a Berrettini”, dijo Nadal
Pese a ofrecer su actuación más rara en lo que va de US Open, con altibajos inusuales en su trayectoria, Rafa Nadal sacó adelante un duelo a priori difícil para él, que al principio pareció fácil y que se complicó después de que el balear desperdiciara grandes ventajas en los dos primeros sets (4-0 y 5-1). En parte fue por mérito de un bravo Diego Schwartzman, pero también por sus propios errores, por la “humedad” de la que se quejó y que le produjo deshidratación (“Soy de los que suda mucho y antes del partido tuve un problema de estómago”, dijo), y por unos “nudos” en los antebrazos, como explicó, debido a un exceso de tensión. Fue parecido a lo que le pasó en la final de Roland Garros 2018 ante Thiem, cuando se le acalambró un dedo. Le afectó sobre todo en el último parcial, cuando fue incluso atendido. Con todo y con eso, no falló.
El número dos del mundo se desconectó a ratos, pero el caso
es que ganó en tres sets (6-4, 7-5 y 6-2 en 2h 46) y jugará esta madrugada (sobre las 01:00, Eurosport) por octava vez las semifinales del US Open. No ha perdido en cuartos del torneo desde 2006. Cada vez que los ha alcanzado desde entonces, ha pasado a la penúltima ronda. Y la próxima, contra el italiano Matteo Berrettini, será la 33ª en Grand Slams.
En la Arthur Ashe, en ocasiones se oye el traqueteo del metro que pasa por Flushing Meadows, metáfora del sonido del tren que se les escapó antes a sus eternos rivales del Big Three, Djokovic y Federer, y que Rafa sí tomó para colocarse a un paso de aspirar a su 19º major, con el que se quedaría a uno de los 20 del suizo y con tres de ventaja sobre los 16 del serbio.
Nadie le había ganado cuatro juegos seguidos a Nadal en todo el torneo y Schwartzman, Serena Williams, seis veces campeona, se enfrentó anoche a Elina Svitolina por un puesto en la final del US Open. En el otro cruce de semifinales pelearon dos novatas, Belinda Bencic y Bianca Andreescu. El partido por el título será este sábado a las 22:00. con destellos de calidad pero dubitativo en los momentos clave, lo hizo dos veces. En los palcos hubo baloncesto. Manu Ginóbili animó a Schwartzman en el del bonaerense, y José Manuel Calderón, a Nadal en el del manacorí, donde también se sentó el actor Ben Stiller. Fueron la nota de color de un partido extraño, con hormigas voladoras molestando a jugadores y público, bien trabajado por el tres veces campeón del grande estadounidense, que se ve con opciones de sumar un cuarto título. Aunque tendrá que progresar para conseguirlo. “Tengo que dar hacer mi mejor tenis si quiero superar a Berrettini, aumentar mi nivel”, afirmó después de comentar lo que le había ocurrido: “Al final del segundo set y al inicio del tercero pasé momentos críticos. Me acalambré, primero un dedo y luego el codo”. Pero tranquilizó: “Estoy bien, no es nada importante”.
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SERENA BUSCÓ LA FINAL ANOCHE