El francés, que pasa un examen cada partido, será titular
El Barça ya está en su rutina. Después de un inicio descorazonador con dolorosa estocada en Granada, Messi se levantó de la cama, se embutió en el traje de comandante en jefe y, desde entonces, el Barça sólo ha ganado: Villarreal, Getafe, Sevilla, Eibar y Valladolid. Cinco victorias que han devuelto al equipo por donde suele en LaLiga, que es el liderato pese a que anda con el Clásico todavía pendiente. Hoy llega a Orriols, campo minado en los últimos tiempos. Hace dos temporadas, el Barça, que estaba a punto de imitar a aquel Arsenal de los Invencibles, perdió en la jornada 37 (5-4). Siete meses después, en enero de 2019, volvió a caer. Esta vez, en la ida de los octavos de final de la Copa (2-1) con aquel episodio de Chumi que enrareció algo las relaciones entre clubes. Pero pelillos a la mar.
No es el Barcelona todavía un equipo redondo pese a las siete victorias consecutivas. Lo sabe el Levante, que maneja bien sus armas y viene de subidón tras ganar en Anoeta. Con Bardhi fino y los delanteros enchufados (al fin Mayoral en escena), tiene argumentos para poner en peligro a un Barça que sufre en las transiciones. Y en eso es maestro Campaña, que lanza como nadie contragolpes con Morales como estrella invitada.
La gestión del cansancio también tiene un punto interesante. El Levante viene del esfuerzo ante la Real y el Barça tiene cerquísima al Slavia.
Después de descansar contra el Valladolid, Arthur vuelve a la lista. Puede ser un día también para dar oxígeno a las piernas de Busquets y Suárez, que abriría espacio a Griezmann. El francés viene de dos banquillazos y de ser sustituido en Praga, donde se confirmó como el eslabón más débil de la cadena del tridente. Griezmann pasa un examen cada partido que juega, como si tuviera que demostrar que está a la altura de los dos compañeros de viaje. Capaz de ir derribando prejuicios hace años, encontrar su encaje y ganar status en el Barça, es el mayor desafío de su carrera.
Griezmann