AS (Las Palmas)

LA CRONICA

El equipo de Zidane, de más a menos, se dejó enredar por un Betis repleto de defensas

- LUIS NIETO

De la tarde de difuntos para los grandes no pudo separarse el Madrid, que perdió una ocasión estupenda para subirse al liderato. En contra de la costumbre, su camino fue de más a menos hasta que se le hizo indescifra­ble la defensa con tres centrales del Betis. El VAR le quitó un gol y no le dio un penalti. Eso fue lo más cerca que estuvo de ganar un partido frente a un rival al que la necesidad aculó en tablas.

El derrumbe del Barça en Orriols y la desventura del Atlético en el Pizjuán llenaron de combustibl­e el tanque del Madrid. Del chute de optimismo importado se contagió Zidane, que tiró por lo alto en su once, con el que a día de hoy iría, probableme­nte, a cualquiera de los vida o muerte que le aguardan de aquí al final. También vio venir la ola Rubi, que acudió con la hormigoner­a: tres centrales más Bartra como mediocentr­o para este partido post Halloween, fiesta de larga tradición en Norteaméri­ca y episódica en el Betis de Lopera. Un dibujo del catálogo de Setién, que pensaba a lo grande hasta la exageració­n, pero con el equipo en las barricadas, respuesta cauta de quien llegaba al frente de la tabla de goles encajados en el curso. Y es que Rubi anda aún intentando sacar al grupo del traje de otro, haciendo que jugadores horizontal­es y posesivos casen con su modelo vertical y con los largos periodos de ayuno de pelota.

Aun sin Valverde, que aún es más repuesto que pieza original, el Madrid inicial tuvo empuje, circulació­n con cascabeles, ocasiones y a Hazard, definitiva­mente en cuarto creciente. Al belga, por morfología, le lleva un tiempo pasar de cero a cien, pero ofrece algunos progresos. También un mejor conocimien­to del grupo. A los ocho minutos dejó la primera huella de lo que el Madrid creyó comprar. Se limpió a Emerson con un autopase picado y cruzó a la red un derechazo que no acabó en el marcador porque en el arranque olvidó uno de sus talones en fuera de juego. Mendy fue un afluente con gozos y sombras por aquella banda. Le sobran caballos y le faltan templanza y control. Siempre quiso abrirse paso a machete.

El Betis entró en el partido en posición fetal, reducido en su área, salvado por Joel, que le paró un derechazo a Benzema y un cabezazo a Ramos. Sin embargo, fue perdiendo su aflicción al mismo ritmo que el Madrid perdía la puntería. Poco a poco fue columpiánd­ose en Canales y Fekir, dos mediapunta­s

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