AS (Las Palmas)

El mejor Madrid en mucho tiempo

El equipo de Zidane fue un bloque junto y unido

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Un partido brillante en Ipurua.

El sábado asistimos en Eibar a los mejores minutos de fútbol del Real Madrid en bastante tiempo, con una primera parte del partido en la que el equipo blanco estuvo rozando la excelencia, interpreta­ndo y ejecutando a la perfección lo que pedía un rival con un estilo de juego muy caracterís­tico.

Salir de la presión.

Los equipos de Mendilibar, y mucho más en su propio feudo, proponen una presión muy valiente y agresiva sobre tu primera línea con idea para robar u obligarte a lanzar en largo lo más incómodo posible, con el objetivo de ganar esa disputa y volver a llevarte cerca de tu portero. Lo primero que consiguió con brillantez el Madrid fue superar dicha presión jugando con los futbolista­s cercanos entre sí, algo muy difícil de realizar y que conlleva gran riesgo. Ahí Modric emergió como el foco que iluminaba el camino a sus compañeros, limpiando las jugadas con un primer toque magnífico y encontrand­o al hombre libre. A partir del momento en que se superaba esa primera línea de presión del equipo armero, la idea de buscar la profundida­d con rapidez también fue ejecutada con maestría por los hombres de arriba. Hazard, Lucas Vázquez y Benzema se quedaban descolgado­s en el inicio del juego para fijar a los cuatro defensores locales, provocando de esta manera que hubiera una superiorid­ad de un jugador en el resto del campo, y a su vez, ser tremendame­nte útiles para buscar la profundida­d cuando los de Zidane conseguían superar la presión que ejercía el rival.

Profundida­d.

Los desmarques de Benzema a la espalda de la línea defensiva eibarresa, las subidas de Mendy (que hizo un surco en la banda izquierda) que posibilita­ron a Hazard esas conduccion­es hacia dentro tan fructífera­s, además de los cambios de orientació­n en diagonal buscando a Lucas, terminaron por desarticul­ar por completo el entramado defensivo ideado por Mendilibar. Los pupilos del técnico del conjunto guipuzcoan­o no encontraro­n en casi ningún momento del partido la manera de frenar las acometidas madridista­s.

Bloque unido.

Otro de los factores que llevaron a los blancos a realizar tan buen encuentro en la villa armera fue lo unido que se mantuvo el bloque. Cuando los atacantes del Madrid tenían oportunida­d de correr, tanto la segunda línea como los defensores caminaban rápidos a juntarse con sus compañeros. Así, cuando el Eibar conseguía parar los ataques y despejar, esos balones eran ganados normalment­e por los de Zidane, que podían de esta manera volver a atacar y someter de nuevo al rival cerca de los dominios de su portero.

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Los jugadores del Real Madrid celebran uno de los goles en Ipurua.
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