AS (Las Palmas)

● 90 años de LaLiga ● Baloncesto español ● Ona Carbonell ● Toni Bou ● ● Javi Fernández ● Javier Sotomayor ● Alba Vázquez ● Nuria Marqués ● ● Egan Bernal ● Diego Forlán ● Barshim ● Ribera Navarra ●

- 23 EN MUNDIALES C. COLINO L0S PREMIOS 2019

que quería hacer no lo querían el resto de niñas.

—¿Y cómo recuerda su primer día?

—Levitaba por los pasillos de mi casa. Mi padre dudó porque iba a compartir la vida con niñas que me doblaban la edad. Yo tenía 14 y Gemma Mengual, 28. Mi madre dijo que ir al CAR era como hacer dos carreras, la profesiona­l en el futuro y una carrera de la vida. Lo viví con máxima emoción, me sentía afortunada porque tenía todo mi entorno listo para ser la mejor del mundo. Disponía de la mejor piscina, las mejores entrenador­as, los mejores recursos...

—¿Ya soñaba con ser la mejor del mundo?

—Siempre soñé a lo grande pero respetando las fases. Primero quise ser campeona de España, luego soñaba con estar en el equipo, luego con acudir a los Juegos y luego con el oro.

—¿Qué deportista­s admira?

—Rafa Nadal es uno de ellos. Es un ejemplo sobre todo por poseer una capacidad mental increíble, y considero por mi experienci­a que el deporte es 80 por ciento cabeza y 20 por ciento físico. Es más importante el trabajo que el talento. Le conozco a él y a su entorno y habla muy bien de él haberse rodeado del mismo equipo y valorarlo. Hay grandes deportista­s que cambian y él no. Tiene un equipo muy bueno. También idolatro a Teresa Perales. Es un ejemplo de caerse y levantarse las veces que haga falta y con una sonrisa siempre. Eso dice mucho de sus valores: si quieres llegar debes aprender a caer, levantarte y adaptarte. Ella siempre tiene positivism­o. Es única.

—Hablaba de Nadal. Su tío Toni comenta en su libro ‘Todo se puede entrenar’ que a los jóvenes de hoy en día les falta ese espíritu de sufrimient­o. ¿Está de acuerdo?

—Existe esa dinámica en la juventud de hoy en día. Lo quieren todo y lo quieren ya. Y si no es seguro no tiene claro si están dispuestos a renunciar a todo por conseguirl­o. Nosotras sí lo hacíamos y no nos garantizab­an nada.

—¿Ha tenido más sufrimient­o que diversión?

—No, lo habría dejado. La balanza siempre fue más positiva que negativa, porque dentro del disfrute también hay sufrimient­o. Hay que convivir con el sacrificio, la ingravidez, el frío, las adversidad­es... En lo positivo aprendí que este camino es necesario. Los buenos encajan, los mejores se adaptan. La adaptación es clave en el deporte.

Solo adaptándot­e a los factores externos, a los entrenador­es, a los rivales, a las lesiones o la temperatur­a del agua se puede llegar arriba. Otros podrían haber llegado y no se adaptaron.

—¿Y recuerda ese peor día de sufrimient­o?

—Recuerdo llevar dos semanas de máxima carga, sin descansar ni un día y estar haciendo físico dentro del agua. Cuando salí no podía ducharme, no podía levantar los brazos, pero cogí el coche: estaba cansada, la cabeza estaba mal y me sentía triste... Me pasé todo el trayecto a casa llorando. No tuve un accidente de milagro.

—¿Alguna vez se acercó a la depresión?

—Cuando no fui a Pekín 2008 estuve al borde. Renuncié a todo en mi vida para ir a los Juegos. Fueron cuatro años de 60 horas a la semana, muy bonitos y duros. Pero cuando pensaba que iba bien, incluso fui al Preolímpic­o, me empecé a dar cuenta de que no iba a entrar en la convocator­ia. Hasta el último segundo estuve luchando por si había alguna opción. Anna Tarrés me envió al Mundial júnior sin apenas entrenamie­nto, gané la medalla y es la única vez en mi vida que no disfruté. Lloré de tristeza. Fue duro y estuve a punto de entrar en una depresión, pero mi entorno me ayudó a superarlo. Fue una lección de vida. Pasé por primera y única vez por las fases de duelo: injusticia, lucha, pegarme golpes en la pared, tristeza, aceptación y luego salí adelante con nuevas motivacion­es. Pasar página es muy difícil.

Cuando no fui a Pekín 2008 rocé la depresión: viví las fases del duelo"

—¿Cree que a los deportista­s a veces se les exige demasiado?

—Me ha ido bien haber salido de la zona de confort para conocer otras profesione­s, como la de los actores o cantantes. Y me decían que teníamos mucha suerte, que éramos deportista­s. El mundo de la cocina o del arte tienen un trabajo y una excelencia brutal y no gozan de nuestro reconocimi­ento. Estamos reconocido­s pero somos seres de hábitos y si ganas una plata te piden el oro y si quedas cuarta es un fracaso. Nosotros también somos así.

—¿Volverá seguro?

—No es seguro. Cuando tomo esta decisión no tengo un reto a corto plazo, pero mi intención es volver siendo madre.

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Ona Carbonell posó para AS con sus 23 medallas mundiales en la piscina interior del Hotel Mandarin de Barcelona. Una sesión de fotos de dos horas.
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