No fue sólo su gol y las dos asistencias, sino su repertorio
Messi huele oro en París. Allí, en el Thêatre du Châtelet, se entrega el próximo lunes el Balón de Oro. Y Messi, que pese a su espectacular temporada anterior parecía no ser favorito para un galardón al que apuntaba Virgil Van Dijk, ha vuelto a colocarse en la pole position. Su último mes en LaLiga, con goles en jornadas consecutivas; sus espectaculares goles de falta directa ante Sevilla y Celta y, especialmente, sus ratos en la Champions (jugadón para el 2-1 ante el Inter, gol de calidad ante el Slavia), completados con el partido del miércoles ante el Borussia Dortmund, le han convertido en favorito. Tanto que, para algunas voces, ya es seguro ganador de su sexto Balón de Oro. De momento, y como cada año, se guarda bien el secreto. Y no debería olvidarse que en algunas ocasiones las filtraciones han resultado equívocas (en 2010, por ejemplo, con Messi, ganador por delante de Iniesta y Xavi).
La motivación de Messi ante el Dortmund, sin embargo, fue evidente. Sea porque estaba ante su día 700 con el Barça, o sencillamente porque la clasificación estaba en juego, se marcó un partido fabuloso. “Increíble, qué voy a decir”, resumió con sencillez Valverde. Un gol con el que aumentó hasta 34 el número de equipos a los que ha marcado en Champions (otro récord). Dos asistencias, una a Suárez y otra muy simbólica a Griezmann, y un repertorio de caracoleos, fintas, controles, conducciones y sombreros realmente fascinante. Pura magia. Messi aparece en forma con vistas al terrible mes de diciembre que le espera al
Barça, algo aliviado ahora porque el partido de Milán es intrascendente. Pero un mes en el que esperan Atlético, Real Madrid y Real Sociedad entre otros. A Messi se le vio, además, cómodo en el campo. Y hasta feliz. Habló con Rakitic
La magia