AS (Las Palmas)

Maldito despertar

Una montonera a 12 km interrumpe una tediosa etapa ● Taaramäe, cortado, cede el maillot a Elissonde

- JUAN GUTIÉRREZ

El Día de la Marmota invadió ayer La Vuelta durante muchos kilómetros. Como si viviera ‘Atrapado en el tiempo’, con Bill Murray montado en bicicleta, el pelotón repitió el guion de otros días. Enciendes la televisión a una hora prudencial y te topas con los tres escapados de siempre: uno del Burgos-BH, uno del Caja Rural y otro del Euskaltel-Euskadi, los tres equipos invitados. Agradecido­s a la organizaci­ón y moralmente obligados a cumplir. En esta ocasión les tocó el turno a Pelayo Sánchez, Oier Lazkano y Xabier Azparren, respectiva­mente, pero podían haber sido otros compañeros cualquiera. Van rotando entre ellos. Sean quienes sean, ya saben que el final está escrito. Serán milimétric­amente vigilados y cruelmente atrapados para resolver el litigio al esprint.

Un recorrido de 184 kilómetros por carreteras manchegas, en este caso entre Tarancón y Albacete, sólo puede tener una resolución diferente si sopla el viento. Y hay que recordar que en estos lares sopla a menudo, hay ejemplos históricos que lo confirman. Si Eolo tiene el día revoltoso, con la intensidad y la dirección adecuadas, la tensión y el espectácul­o están garantizad­os. Pero si se toma el día libre, como sucedió ayer, lo mejor es echarse la siesta, porque el tostón está igual de asegurado que en el supuesto contrario. La organizaci­ón puede hacer muchas cosas por la carrera, pero no puede poner el viento donde no lo hay. Ni empujar a los ciclistas a misiones quijotesca­s.

Otra de Philipsen. Otra historia diferente es si realmente son necesarias tantas llegadas masivas. La Vuelta ha sido acusada en los últimos años de falta de sensibilid­ad con los velocistas, al acumular muros, trampas y finales en alto que impedían el protagonis­mo del esprínter. Este año se ha cambiado la filosofía, con siete etapas que potencialm­ente pueden solucionar­se con una volata. Una cifra que, de cumplirse, equivaldrí­a casi a un tercio del recorrido. Ahora nadie se queja del injusto reparto. De momento van tres: una para Jasper Philipsen en Burgos, otra para Fabio Jakobsen en Molina de Aragón y esta última de nuevo para Philipsen.

Hay aficionado­s y analistas, y en su derecho están, que aplaudiero­n y aplauden este tipo de metas. Pues aquí tienen el resultado. Un bostezo infinito, sólo interrumpi­do por una desgracia.

El ciclismo es un deporte tan imprevisib­le, y muchas veces tan ingrato, que incluso en una jornada tan tediosa como la que se desarrolla­ba ayer, todo puede saltar por los aires en un suspiro. A 30 kilómetros de la meta hubo un tímido intento del Ineos para organizar abanicos, justo en un cambio de dirección. Sin éxito. Un poco más adelante, a 20 km, tomaron el testigo el Deceuninck y el Astana, con algo más de insistenci­a, pero también sin cortes. El viento no era demasiado propicio para la batalla, pero el nerviosism­o generado por los movimiento­s provocó una tremenda caída en la zona delantera del grupo a falta de 12 km. La inoportuna montonera rompió el sopor. Y cambió parte del guion… sólo parte.

El pelotón principal, formado por apenas una treintena de ciclistas, ralentizó la marcha para esperar a los heridos, pero la meta estaba ya muy cercana, la carrera medianamen­te lanzada, y no pudieron llegar todos a los puestos de vanguardia. Entre los rezagados estaba el líder, Rein Taaramäe, que cedió la prenda ante Kenny Elissonde, su compañero de aventura en el Picón Blanco, vencedor en el Angliru en 2013. Y uno de los favoritos, Romain Bardet, que se hizo bastante daño y se despide de la general… y quizá de su participac­ión en La Vuelta. Mikel Nieve también salió malparado. En el ciclismo hay días aburridos, esta etapa es un buen ejemplo, pero nunca, nunca, de transición. En cualquier momento, todo puede irse al traste.

Adiós Bardet, muy afectado por la caída, se despide de la clasificac­ión

 ??  ?? Jasper Philipsen celebra eufórico su segunda victoria al esprint tras batir a Fabio Jakobsen, con el maillot verde, en la llegada de Albacete.
Jasper Philipsen celebra eufórico su segunda victoria al esprint tras batir a Fabio Jakobsen, con el maillot verde, en la llegada de Albacete.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain