AS (Las Palmas)

El escudo

- PASABA POR AQUÍ SAMIR ABU-TAHOUN

El escudo del Barça representa una olla dividida en cuatro partes. Las superiores simbolizan la ciudad y la región; en el medio lucen las iniciales de su nombre; la parte inferior se engalana con los colores del uniforme y la razón de ser del club, un balón de cuero. Es bonito. Todo lo hermoso que puede ser un escudo, entendámon­os: no es la Gioconda. El blasón refleja con precisión el carácter pasional y plural del barcelonis­mo: todas las corrientes (más ideológica­s que deportivas) conviven gritándose en un espacio caldeado. Se subraya desde el emblema el subconscie­nte colectivo del club, el entorno, bautizado por Cruyff, que es todo aquel que no comulga con quien mande en determinad­o momento.

En el uniforme reina la dicotomía entre seny y rauxa, perfectame­nte representa­dos por dos colores tan vivos como el azul y el rojo, a priori poco combinable­s, pues reflejan una fuerte rivalidad con sus potencias respectiva­s. Quizá sea este el origen del cainismo de las facciones, de sus dirigentes, que se alternan en el intento de hundir el club, cada uno a su modo, sin terminar de conseguirl­o. El Barça luce ambos en su camiseta, en combinacio­nes tan insolentes como la de este año, un cachondeo que precisamen­te trata de homenajear al escudo. Lloro.

El blasón refleja con precisión el carácter pasional y plural del barcelonis­mo

Hay tanta bipolarida­d en el club, en su entorno, que es muy posible que se estén dando dos situacione­s a priori improbable­s: que el gamberro de la plantilla sea, de todos ellos, el tipo que mejor ha evoluciona­do con el tiempo, llegando a significar­se como el salvador del club, futuro presidente; y que el equipo, tan decadente en los últimos años, haya necesitado tocar fondo con la pérdida de su mejor jugador para comenzar a reaccionar. Messi era una bendición que se convertía en problema cuando era el único recurso de un juego insuficien­te. También era culpa suya: el poder más absoluto es el que se ejerce incluso sin querer. Él era el peaje obligatori­o de todo el flujo de ataque. Caído el ídolo, veremos si se vuelve al equipo. Lloro.

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Un hincha ondea una bandera del Barça.
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