AS (Las Palmas)

Paso a Velefique

Jakobsen logra su segunda victoria al esprint en una jornada sin historia ● Hoy, gran etapa de montaña

- JUAN GUTIÉRREZ

Octava etapa de La Vuelta 2021 y cuarta etapa resuelta al esprint. Justo la mitad. Los aficionado­s que demandaban este tipo de llegadas en sus años de ausencia seguro que estarán contentos con las repetitiva­s volatas: dos para Fabio Jakobsen, vencedor del día, y dos para Jasper Philipsen, tercero en La Manga. Todo al cincuenta por ciento. Sus detractore­s, que no son pocos, posiblemen­te también compartan esa felicidad, porque este año se pueden echar más tardes la siesta. Y en un sábado veraniego se agradece especialme­nte.

Tras dos jornadas intensas de ciclismo, el Día de la Marmota regresó a La Vuelta con una escapada de tres ciclistas, vascos todos ellos, de los tres equipos invitados: Ander Okamika, del Burgos-BH; Aritz Bagües, del Caja Rural; y Mikel Iturria, ganador de la etapa de Urdax en 2019, entonces en las filas del Euskadi-Murias y ahora en el Euskaltel-Euskadi, que no son lo mismo, aunque suenen parecido. Ya empiezan a circular chascarril­los por las redes sociales sobre estas reiterativ­as fugas, bromas como que la organizaci­ón tiene encerrados a tres corredores de estas tres escuadras para soltarlos en las etapas llanas. En cualquier caso, es lógico que los equipos invitados sean agradecido­s y se sientan obligados a animar estas potenciale­s jornadas infumables. De paso, enseñan sus maillots, que no es poco. El ciclismo también es publicidad rodante.

SOS Mar Menor. Después de 138 kilómetros de cabalgada, los aventurero­s fueron engullidos. Los equipos de los velocistas controlaro­n el reloj, sin permitir que los fugitivos alcanzaran los cuatro minutos de ventaja. Las escuadras de los gallos también anduvieron vigilantes, en este caso para que el viento litoral no formara escabechin­as. Sólo asomó un amago de abanicos, a una treintena de kilómetros, cuando el Astana apretó en cabeza del pelotón. No hubo más batalla. No se querían sorpresas en la víspera de la dura jornada de Velefique. La carrera pegará otra vuelta de tuerca. Este domingo no hay siesta. Y así, con la guinda de un esprint sin sobresalto­s, se llegó a La Manga, 55 años después de su primera visita.

Aquel estreno ciclista de La Manga de Mar Menor ocurrió en el segundo sector de la segunda etapa de 1966, en un trazado de 81 kilómetros que partió de Murcia para coronar a Enzo Petrolani. El único público que encontró en la meta fue a centenares de obreros que habían recibido unas horas libres. La Manga, que hasta entonces era una extensión de dunas y vegetación, estaba en fase de construcci­ón de un ambicioso proyecto urbanístic­o. Aquella edición estuvo a punto de no celebrarse, pero el dictador Franco apostó por salvar la ronda para utilizarla como lanzadera de proyección turística, para abrir al exterior a aquella España gris sin libertades.

La Manga ha sido uno de los principale­s focos vacacional­es del Mediterrán­eo desde aquella época hasta nuestros días, pero hoy sufre un atentado medioambie­ntal en sus aguas por culpa de los incontrola­dos vertidos agrícolas y ganaderos. Por quinto día consecutiv­o han aparecido avalanchas de peces y crustáceos muertos en sus orillas, lo que ha obligado a cerrar ocho playas de la zona. 55 años después de su debut, La Vuelta ha demostrado con creces que sigue siendo el mejor vehículo para enseñar las bonanzas del país. Que sirva también para poner en primera plana el desastre ecológico que golpea a la región. En la meta de La Manga esta vez no había obreros, sino muchas personas en bañador, como correspond­e al lugar y a la estación, y muchas otras con pancartas reivindica­tivas que, a pesar de que hubo operarios murcianos que borraron pintadas, pudieron dejar constancia de su SOS Mar Menor.

Marmota Los tres equipos invitados volvieron a formar la escapada

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