AS (Las Palmas)

Los Juegos de la esperanza

‘Tenemos alas’ es el lema de la ceremonia inaugural de los Paralímpic­os, que vio desfilar a 3.400 deportista­s de 161 países

- MAITE MARTÍN / TOKIO

Los Juegos Paralímpic­os echaron a volar ayer. Lo hicieron en una ceremonia de casi tres horas de duración a la que asistieron el emperador de Japón, Naruhito, y el presidente del Comité Paralímpic­o Internacio­nal, Andrew Parsons. El acto pivotó sobre el lema ‘Tenemos alas’, subrayando la capacidad de los deportista­s paralímpic­os para encontrar el viento a favor de sus sueños, incluso cuando sopla en contra. Sus alas les pueden llevar hasta cotas insospecha­das y su ejemplo, invitar al mundo a buscar las suyas propias. Toda una declaració­n de intencione­s de lo que suponen estos Juegos, un canto a la esperanza, en tiempos del COVID-19.

La voz de la intérprete Hirari Sato acompañó el izado de la bandera nacional de Japón. Esto dio paso a un número

El equipo español empezará a competir con firmes opciones de medalla. Por la mañana, series de natación (11 representa­ntes) con las finales por la tarde. Podrían caer cuatro metales. En ciclismo también podría arañar alguno. Los tándem Adolfo Bellido-Eloy Teruel y Christian Venge-Noel Martín se la juegan en persecució­n. En el caso de tenis de mesa y de la selección masculina de baloncesto en silla, contra Corea, son partidos de fase de grupos. llamado ‘Bienvenido al aeropuerto Para’, en el que una bailarina agarrada a la torre de control, terminaba rodeada por los agitos (símbolo paralímpic­o). Y después aterrizaro­n ellos, los protagonis­tas, los deportista­s, aproximada­mente 3.400. El desfile incluyó un total de 162 delegacion­es (161 países, más el equipo de refugiados) y estuvo presente la bandera de Afganistán, como homenaje a los deportista­s que finalmente no participar­án.

El Estadio Nacional estaba vacío, aunque el juego de colores en los asientos generaba una ilusión óptica en la que, por momentos, parecía que la ansiada normalidad se había colado en la fiesta. Algo a lo que también ayudaba la música y los bailes de los voluntario­s a pie de pista. España salió en el puesto 72 derrochand­o energía, ilusión y ganas. El ciclista Ricardo Ten y la nadadora Michelle Alonso encabezaro­n el desfile de nuestro centenar de deportista­s. La anfitriona Japón se encargó de cerrar este capítulo.

Los discursos dieron un cariz más institucio­nal a la inauguraci­ón. Seiko Hashimoto, presidenta del Comité Organizado­r, destacó: “La imagen de los paralímpic­os superando las dificultad­es y yendo más allá de sus propios límites inspirará una gran esperanza en todos los que vivimos en la era actual”. En esa línea también transitó Parsons: “Estamos celebrando la humanidad, mostrando la fuerza y la diversidad del espíritu humano y destacando que de la adversidad siempre debe surgir la esperanza”. Acto seguido, el emperador declaró oficialmen­te la apertura de los Juegos desde la tribuna oficial y entró la bandera paralímpic­a, mientras sonaba la canción ‘Ikiru’, interpreta­da por un conjunto de artistas con discapacid­ades..

En el cielo de Tokio ya brilla la llama paralímpic­a. Varios sanitarios y deportista­s paralímpic­os japoneses, como los nadadores Mayumi Narita y Morisaki Karin, la tenista Yui Kamiji, el esquiador Kuniko Obinata, el jugador de boccia Shunsuke Uchida, el palista Masahiko Takeuchi o el haltera Karin Morisaki, hicieron los últimos relevos para prender el pebetero paralímpic­o, el primero alimentado con hidrógeno y diseñado por Oki Sato, creador también de las medallas.

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