AS (Las Palmas)

El Clásico se está reinventan­do

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Cambio. El Clásico se está reinventan­do. Siendo un partido todavía de dimensión planetaria, camina hacia una nueva dirección. El adiós de Cristiano hizo daño, como lo hará ahora el de Messi. Barça y Madrid tampoco son los clubes que gobernaron con puño de hierro la década anterior y eso también pesa.

Sin perder su carácter global, pues, recupera un punto doméstico mientras construye nuevas estrellas. Tampoco quiere decir que esté en crisis. Demasiados años con las mismas caras dejan paso a nuevos protagonis­tas. En reconstruc­ción, pues, el Barça-Madrid de hoy mezcla viejos rockeros como Piqué, Busquets, Alba, Benzema, Modric,

Kroos o Casemiro, con estrellas emergentes como Vinicius y Ansu y esa hornada adolescent­e a la que el Barça ha tenido que dar una salida en tromba por su ruina económica.

Historia. Es difícil decir quién se juega más en este Clásico. Incluso quién es el favorito. Pero, segurament­e, el dato más peligroso sobrevuela sobre Koeman. Hace 85 años que ningún entrenador del Barça (Patrick O’Connell fue el último) pierde tres Clásicos consecutiv­os. Koeman no aceptó con deportivid­ad lo del curso pasado. En el Camp Nou se quejó del penalti light de Lenglet a Ramos. En Valdebebas, hasta tuvo un desaire con

Ricardo Sierra en el flash interview por una acción controvert­ida entre Mendy y Braithwait­e. Las dos veces la moneda le salió cruz, y espera que la suerte cambie esta temporada. Sin embargo, la ratificaci­ón de Laporta antes del partido del Metropolit­ano y la semana le han dado tregua. Su puesto no está en peligro, aunque en la previa volvió a expresar sus miedos sobre la efectivida­d del equipo.

Perspectiv­as. En las previas, las miradas sobre el Clásico pueden ser múltiples. La pizarra permite intuir un choque simétrico, dominado por el 4-3-3 y en el que decidirán las individual­idades. Ahí tiene ventaja el Madrid.

Benzema y Vinicius ya han ganado algunos. Y en el Barça sus viejos héroes ya no están. Pero el Clásico también son emociones, y Laporta las tiene a flor de piel cuando el rival es el Madrid. Y es capaz de transmitir­las al socio. Con una lona ganó las elecciones. Y con un discurso intentará remover las emociones de un vestuario que está huérfano de líderes hace tiempo y que necesita encontrar el amor propio para competir con un Madrid que ha tenido mucho mejor pulso en los últimos Clásicos. Esta vez, sin embargo, van a volver a sentir el aliento del Camp Nou, que a veces te hace volar... El Clásico se está repensando, pero vuelve a tener voz.

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