AS (Las Palmas)

Exige una gesta

Simeone paga caro el miedo a perder ● Los suyos se mostraron impotentes ante el Milan en el Wanda

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fue de Carrasco tras una internada de Griezmann haciendo de Griezmann. Pareció despertar y echarse todo a la espalda. El partido, la necesidad. Centro a centro, el Atleti dio pasos hacia de Tatarusanu. Pero duró poco. Como una lágrima de San Lorenzo en el cielo. Vista y no. El Milan se ordenó mientras Brahim volvía a tatuarle su nombre al balón y desplegaba un catálogo de disparos sobre Oblak. Incapaces los rojiblanco­s de sacar alguno, de despejar algo, como si se hubieran olvidado cómo. Pero el miedo ya lo llenaba todo. La precipitac­ión era el fuego que se propagaba por todo el campo.

Pasaba el reloj de la hora cuando Simeone introducía a Lodi y Correa y Pioli hacía cuatro cambios de golpe. Dio igual. A los rojiblanco­s siguió faltándole­s pecho para meter dentro tantos nervios. Imprecisos, blandos, desconocid­os. Incapaces de doblegar al Milan, y quizá aliviados por el resultado que la radio traía de Anfield (la victoria del Liverpool hacía que les valiera el empate en la jornada final), se abrazaron al 0-0. Sin pensar que, enfrente, el Milan se jugaba la vida. Y el 0-0 era dejar de estar. A ello se aferraron como no hizo el Atleti en toda la noche.

Si Savic taponó un disparo de Bakayoko con el pie, el infierno lo trajo Messias, curioso, al cabecear solo, entre Lodi y Giménez, un centro lateral que silenció al Metropolit­ano. Gol. El Milan, de pronto, muy vivo, en la pelea. Y el Atleti empujado a hacer de verdad el ganar, ganar y sólo ganar en Portugal. La gesta. Además de rezar lo que sepa. Porque el Milan no gane al Liverpool. Porque hoy, en la tabla, aunque aún puedan ser segundos, amanecen los rojiblanco­s últimos.

REPORTAJE GRÁFICO CHEMA DÍAZ Y JESÚS Á. ORIHUELA albañil, "limpiando ladrillos, por 20 céntimos cada uno", y como repartidor de electrodom­ésticos, “partiéndos­e la espalda”. Jugaba al fútbol por diversión en una liga amateur hasta que, en 2015, Ezio Rossi lo vio y se lo llevó al Casale. Pasó por Chieri, Gozzano y Crotone

y no dejó nunca de marcar goles y en mayo, cuando tenía 30 años, el Milan

desembolsó casi 9 millones (entre cesión y opción de compra) para hacerse con sus servicios. De la Serie

D a la Champions en tres años para llegar al Wanda Metropolit­ano, donde los sueños se hicieron realidad. El Milan, que apenas tenía esperanzas, gracias a su cabezazo sigue con vida en la Champions: increíble. El del brasileño es un cuento de hadas que todavía no ha terminado. Como la aventura de los rossoneri en esta Copa de Europa.

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