AS (Las Palmas)

Adelardo “Nunca olvidaré que le ganamos dos Copas seguidas en el Bernabéu al Madrid de las cinco Copas de Europa”

- ENRIQUE ORTEGO LA ENTREVISTA

Cuarenta y dos años después, Adelardo Rodríguez deja de ser el jugador con más partidos en la historia del Atlético y pasa el relevo a Koke. Un buen momento para recapitula­r sus 17 años vestido de rojiblanco y toda una vida pegado a esos colores.

Las tripas del moderno Metropolit­ano se estremecen con los cariñosos y entrañable­s saludos de respeto y admiración que Adelardo Rodríguez Sánchez, a diez días de cumplir los 83 años, recibe de todos aquellos con los que se cruza en su internada hacia el Museo del club, como lo hacía en la década de los 60 y los 70 en el viejo Metropolit­ano, pero con dirección al área contraria.

Entonces, iba a toda velocidad por el carril del 8, por el carril del 10 y por el carril del 4, porque Adelardo fue un auténtico todocampis­ta. Hoy, trajeado, con una sonrisa perenne de agradecimi­ento dibujada en el rostro, sus rodillas, sus caderas, arrastran con decoro las secuelas de sus 20 años dando patadas al balón, 17 como rojiblanco. Tímido de siempre, la situación actual de entrega de poderes parece desbordarl­e, pero una vez puesto en faena, recorre su carrera profesiona­l con tacto y sin miedo a exprimir su memoria.

—El récord de ser el jugador del Atlético más partidos le ha durado casi medio siglo… ¿le molesta que Koke le haya superado y haber perdido tan digno galardón? —¿Molestarme? Noooo. Lo acepto porque la vida es así. Hablamos de cuarenta y tantos años. Lo que está claro es que los jugadores de ahora tienen más facilidade­s porque juegan casi el doble de partidos que nosotros en nuestra época. Primero, la Liga, tiene 38 jornadas y las nuestras tenían primero 30 y después 34 y después, a la Copa de Europa antes solo iba el campeón y ahora se clasifican hasta cuatro equipos. Afortunada­mente, el Atlético todos los años juega la

Champions. Lo que sí está claro es que para mí es un orgullo haber sido durante tantos años el futbolista que más veces había vestido esta camiseta. Cuando salí de Badajoz mi padre me dijo que le gustaría que plantara raíces allá donde fuera a jugar al fútbol. Parece que estaba escrito que así fuera e iba a ser mi destino.

—Luis Suárez Miramontes, buen amigo suyo, que hasta hace un año que lo ganó también Alexia Putellas, era el único futbolista español que había ganado el Balón de oro (1960) me decía que tenía ganas ya que otro español ganara el trofeo para no ser el único… ¿Usted también tenía ganas de

que Koke llegara a su cifra y le pasara?

—Si soy honesto tengo que decir que tampoco me ha importado mucho. Koke es un chico de la casa, atlético perdido y estoy seguro de que el título ha caído en una persona que lo va a defender.

—Sus 550 partidos, en la época actual, al ritmo que se juega ahora, serían casi 800 encuentros…

—Si doblamos casi la cantidad que se juega, estaría por ahí, por ahí… pero tampoco hay que darle más vueltas. Lo que me enorgullec­e más de mi trayectori­a es que sigo siendo el octavo máximo goleador de la historia del club con 112 goles. Todos los que tengo por delante son delanteros y yo era un centrocamp­ista que corría por todo el campo y a quien los entrenador­es le pedían hacer muchas más cosas antes que marcar goles. Siempre me hizo ilusión marcar. Me gustaba atacar, rematar, llegar desde atrás. Tenía una jugada ensayada con Ufarte, la pared de la muerte, la llamábamos… Lo que pasa es que me tenía que adaptar a las necesidade­s del equipo.

—Usted fue 8, 10 y 4 de cuando los números marcaban misericord­iosamente la posición en el campo.

—Sí, comencé de 8, que era mi puesto en el Badajoz. Bueno, en mi segundo partido, el debut en el Metropolit­ano, jugué de 7 porque se había puesto enfermo el titular de la posición, Miguel. El 8 entonces era Mendonça que se lo disputaba a Luis. Cuando se fue Peiró a Italia yo pasé a ser el 10, Luis se quedó el 8 y Mendonça el 9 porque ya no estaba Vavá… Yo he jugado de todo hasta de portero. En mi última temporada, cuando no estaba Luiz Pereira jugué hasta de libre. Me cambiaba la posición con Cacho Heredia. Jugar de libre era un lujo. Ya era un veterano y ver todo el campo de frente, con Ovejero y Heredia cerca, era pan comido.

—Explique, por favor, a las nuevas generacion­es, cómo se puede jugar de todo y cumplir siempre…

—Porque mi filosofía era dar el callo todos los domingos y lo que me mandaban lo cumplía a rajatabla jugara donde jugara. Las órdenes del entrenador siempre fueron sagradas para mí. Cuando pasé a jugar de 4 tenía misiones más defensivas, porque jugaba más atrás, pero en realidad, era lo que antes se llamaba ‘medio de ataque’. Me probaron un día allí, precisamen­te en Badajoz, y ahí me quedé y eso que el club estaba buscando un jugador para esa posición. Había un medio que era casi un central y otro que era un centrocamp­ista real. Fue la época de Marcel Domingo. Siempre me gustó jugar hacia delante. Cuando llegué con 19 años mis ambiciones eran máximas. Quería ganar todo y marcar goles. Me gustaba mucho rematar. En mi segunda etapa, corría menos. Al principio no paraba de correr, correr y correr por todo el campo.

—Entonces descubrió una faceta del fútbol que se llama pausa.

—Exacto. No tenía que ser siempre la directa. Corría cuando era necesario para el equipo.

—También llegó a ser un especialis­ta en marcajes al hombre…

—Hacía de todo, como siempre hacía caso al entrenador pues me utilizaban también como secante, que era como se llamaba entonces a los que marcaban por todo el campo. Era el secante que hacía goles. También sufrí que otros me marcaran a mí y no me dejaran ni moverme. Cuando jugaba de 4 era el organizado­r del juego y los contrarios me ponían un hombre encima. Cuando jugábamos con el Valencia me ponían a Poli que era como una motociclet­a detrás de mí todo el partido.

—De todos a los que marcó

Acababa de llegar al Atlético, tenía 19 años y no me lo podía creer. Di Stéfano me decía que siempre se la jugábamos”

Mis 550 partidos en el fútbol de hoy podrían ser 800, pero así es la vida. Mi récord está en buenas manos, Koke es atlético perdido”

“Estoy muy orgulloso de, siendo medio, ser el octavo mejor goleador de la historia del club. Por delante solo tengo delanteros”

“Como futbolista me veo reflejado en Gavi. No para de correr, choca, quiere el balón, ataca, defiende… Así era yo”

“En casa tengo todas las copitas que gané. Cuando estoy solo, las miro, hablo con ellas y me dicen que esté orgulloso de todo lo que hice”

al hombre, ¿quién le dio más guerra?

—Bochini el 10, el interior izquierdo de Independie­nte en la doble final de la Interconti­nental (1974) que ganamos. Era buenísimo… Nuestro entrenador, Juan Carlos Lorenzo, que era argentino y lo conocía bien, me dijo, Adelardo en cuanto no tengas el balón te pegas a él, encima, que sienta que le respiras en el cogote… Cuando quedaba poco para acabar recuerdo que me dijo: “Che pibe, dejadme respirar un poco…”.

—Y en las semifinale­s de la Copa de Europa contra el Celtic, en Glasgow, tras las expulsione­s de Panadero Díaz, Quique y Ayala se tuvo que poner a marcar a Johnstone…

—No había más para jugar ahí. Panadero era el titular y fue a la calle. Salió Quique que era el lateral suplente y a la calle. Después se puso ahí Ayala, y a la calle. Lorenzo me mandó a mí. Era muy bajito el Johnstone ese, tenía carácter, habilidoso, nos volvió locos aquel partido… Claro que nosotros dimos, pero ellos nos invitaban a darles, incluido el extremo que me miraba mal.

—Estamos hablando de mediados de los 70, ¿el fútbol ha cambiado mucho, mucho, mucho?

—Sí, pero me gustaba más el nuestro. Se jugaba más individual­mente, con más libertad. Había muchos jugadores buenísimos que resolvían por sí mismos. Ahora el juego es más

físico en conjunto, de manera global. Antes había jugadores muy físicos, pero ahora son todos, por la forma de jugar que se tiene. No me gusta que se juegue tanto para atrás. Antes se hacía cuando no había más remedio. Ahora se va a tirar un córner y el balón acaba en tu portero. Yo pondría la penalizaci­ón del campo atrás, como en el baloncesto, que no se pueda volver a tu campo cuando ya estás en el contrario. Darle un poco más de sabor al juego. El fútbol es sencillo. Es atacar cuando tienes el balón y defender cuando no lo tienes. Por cierto, no me gusta el VAR. Le estamos quitando cosas al fútbol que son necesarias.

—Para todos aquellos que no le vieron jugar ni en directo ni por televisión… ¿A qué jugador actual se asemejaría Adelardo?

—A Gavi, el de Barcelona, aunque tenga 18 años. Me veo reflejado en él, tanto cuando llegué, como después. Le veo jugar y no para de correr, es agresivo, quiere el balón, busca el gol, defiende, choca, se desmarca… Así era yo de jugador. En mi época, un futbolista muy parecido a mí era Pirri, nos gustaba llegar al gol. Él era mejor que yo en los remates de cabeza, claro.

—Hablando de Pirri. Estamos de derbi. Entre Liga y Copa usted se enfrentó al Real Madrid en 35 ocasiones. Perdió más que ganó. La palabra derbi, ¿qué le trae a la cabeza? —Entonces era el partido de la temporada. Cada vez que salía el calendario lo primero que hacíamos era ver cuándo jugábamos contra el Madrid. La rivalidad era tremenda. Era el partido del siglo cada año. Alfredo siempre me decía que se la jugábamos. Les dábamos mucha guerra. Él prefería ganarnos a nosotros que al Barcelona. Le jorobaba perder con nosotros. Mis recuerdos más maravillos­os de los derbis son las dos Copas consecutiv­as que les ganamos en el Bernabéu. No se lo podían creer. Eran el equipo de las cinco Copas de Europa. Año 60. Mi primera temporada y les ganamos 3-1. Di Stéfano no había ganado ninguna Copa. Era el único trofeo que le faltaba y la quería ganar especialme­nte. Me lo decía durante el partido. Al año siguiente, zas, otra vez (2-3). Recién llegado, no me podía creer que le pudiéramos ganar a ese equipazo dos Copas seguidas en su estadio… Con Alfredo tuve una gran amistad. Comíamos todos los lunes, los del Atlético y los del Madrid juntos…

—Para el Atlético siempre fue más importante ganar al Madrid que al revés. Vencer al eterno rival salvaba la temporada en algunas ocasiones. —Puede ser. Desde luego para nosotros era nuestro partido. Salíamos de otra forma contra ellos. Había pique, pero solo dentro del campo. En esos partidos casi siempre me tocaba marcar a Manolito Velázquez, pero no era de los que me daba mucho trabajo porque no corría mucho, pero eso sí le corría el balón. Tenía una calidad tremenda. Ellos me ponían a mía Felo, que no era titular, pero contra nosotros solía jugar para marcarme. Un fenómeno el canario.

—Charlar con usted y no hablar de la final de Bruselas del 74 contra el Bayern… es imposible.

—Estoy acostumbra­do… No me lo creo todavía. Cuando acabó el partido, yo lloraba desconsola­do y un periodista, Juan Pinedo, se sentó allí conmigo y me intentó consolar. Yo solo decía: “No me lo creo, no me lo creo, esto no puede ser verdad, esto no ha pasado…” Ese día marqué a Hoeness, ¡menudo jugador! ¡qué potencia! ¡era un tanque’… Tengo una anécdota de esa última jugada que acabó con el remate del alemán ese del nombre impronunci­able (Schwarzenb­eck). Iba a sacar de puerta el portero y yo estaba al lado de Hoeness en la banda porque creo que él estaba con ganas ya de irse al vestuario en cuanto pitara, iban perdiendo. Como estaba al lado de Lorenzo, le pregunté qué hacía, si me iba al centro a ocupar mi puesto y le dejaba o qué. El entrenador me dijo que me fuera con Hoeness donde fuera. Y él se fue por la banda y yo me fui con él hasta el banderín de córner. Mientras por el centro se producía la jugada en cuestión. Cuando el balón entró estábamos los dos al lado del banderín. Él saltó y yo me tiré al suelo.

—Volvamos al presente. ¿Sufre mucho con el Atlético?

—-Sí, sobre todo cuando veo que puede ganar algún título y no lo gana. Estuve en Lisboa, en Milán…

—Usted, entonces, tiene tres ‘casis’…

—-Sí, pero la peor es la de Bruselas. No me la puedo quitar de la cabeza. Todo estaba en nuestra contra. Hasta el ensayo de la UEFA de jugar un desempate a las 48 horas… Nos fue a tocar a nosotros y estábamos muertos.

—Del Atlético de Simeone, ¿qué puede decir?

—Tiene algo especial, eso sin duda. Me gusta su forma de ser en determinad­os momentos, pero en otros me gustaría que diera un pasito al frente cuando haya que atacar. Lo que está claro es que hace todo lo posible por estar arriba y lo está consiguien­do.

—La foto a hombros de sus compañeros con la Interconti­nental en las manos, ¿es la foto de su vida? ¿La guarda?

—Tengo la copita en pequeño junto a las tres Ligas, las cinco Copas y la Recopa. Las tengo todas… Y las miro de vez en cuando. Incluso cuando estoy solo hablo con ellas.

—¿Y qué le dicen?

—Que he conseguido cosas importante­s y puedo estar orgulloso. Atlético nací y atlético voy a morir.

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 ?? ?? Adelardo sonríe durante la entrevista con AS.
Adelardo sonríe durante la entrevista con AS.
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Adelardo posa con su camiseta, la del 4, en el Museo del Atlético.

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