AS (Las Palmas)

El Atlético corre Y Rodrygo baila

El brasileño lidera el triunfo de un Madrid que aguantó mejor la tensión ● Valverde volvió a marcar Al equipo rojiblanco, todo corazón, le fallaron João Félix y la puntería ● Hermoso vio una roja injusta que sí mereció Reinildo

- LUIS NIETO REPORTAJE GRÁFICO JAVIER GANDUL Y JESÚS A. ORIHUELA

En el derbi de Vinicius y João Félix acabó bailando Rodrygo, ese delantero ambulante que empieza a coger cuerpo de titular allá donde le pongan. Este Madrid invencible, que siempre encuentra a quién agarrarse, tiene muchas maneras de ganar: en el Metropolit­ano eligió una de las menos lucidas, la de la resistenci­a. Auxiliado por Courtois, aguantó a un Atlético motivadísi­mo y lo remató con sus galgos, Rodrygo, Vinicius y Valverde. Algunos le llaman oficio. Fue su noveno triunfo consecutiv­o del curso y el que le mantuvo en el liderato. El equipo de Simeone resultó todo corazón pero, abandonado por João Félix y la puntería, no le alcanzó ni para empatar.

También a Ancelotti siempre le quedará París. Los mejores de mayo siguen pareciéndo­le los mejores en septiembre y con ellos (o con los que le quedan en este caso, tras la marcha de Casemiro y la baja de Benzema) va a los partidos de la verdad. Los mismos a las órdenes de los mismos, Kroos y Modric, que han perdido ya la cuenta de sus desembarco­s en Normandía. Simeone guarda menos fidelidade­s, pero llegó a la misma conclusión que su colega italiano: los derbis están para tirar la casa por la ventana. Y eso en el Atleti es poner a Griezmann de titular, aunque signifique caminar sobre las brasas de su contrato de compravent­a. El hombre de la última media hora en un proyecto de hora y media con la versión más ofensiva del equipo a su alrededor: Llorente como lateral derecho en una defensa de cuatro, De Paul como cuarto centrocamp­ista y João Félix como pareja de ataque. El portugués no le ayudó nada. Se marchó a la hora después de un partido en blanco. Otro de esos gatillazos que le mantienen bajo sospecha.

Así se sirvió este derbi pasadísimo de temperatur­a. A los 2' Munuera Montero tuvo que templar a Simeone. A los 3' se engancharo­n Valverde y Koke. El Madrid pretendía refrigerar el asunto desde una posesión sin más pretension­es. El Atlético, con una presión baja, procuraba penalizar cualquier pérdida blanca y se cernía sobre Tchouameni, el menos acostumbra­do a calderas así. Estos eran los partidos de Casemiro.

A ese Atlético fogoso, con la bravura de su entrenador, no pudo pararle de salida el Madrid. Con braceo de naúfrago el equipo blanco fue salvándose sucesivame­nte de un cabezazo de Felipe, de un disparo de Carrasco desviado por Carvajal, de un remate de João Félix tras salida al vacío de Courtois, de un zurdazo lejanísimo de Kondogbia... Aquello era el mejor Atlético.

El Madrid es otra cosa. Lo suyo es una resurrecci­ón sostenida. Al borde de la zozobra, Valverde

cruzó la línea enemiga abriendo gas. Aquello descolocó al Atlético y le dio un segundo de calma a Tchouameni para picar magníficam­ente el balón a Rodrygo. Felipe falló en el corte y el delantero blanco superó a Oblak. En el área pierde la timidez que le sobra fuera de ella. Rodrygo se fue al córner y 'sambéo' con Vinicius. Cada gol de uno u otro precede a un carnaval que el Metropolit­ano, como se esperaba, no toleró. Llovió metralla sobre el festejo.

Ahí empezó otro partido, de dos sentidos, con Rodrygo, que no es un nueve canónico, sembrando el desconcier­to entre los centrales atléticos. A Munuera, abajo, y a Iglesias, en Las Rozas, les faltó el valor para echar a Reinildo por una entrada peligrosís­ima, plancha por delante, al delantero brasileño. Luego Koke le despachó otra entrada naranja. El equipo de Simeone mantuvo el entusiasmo, pero perdió el orden, error fatal ante un cazador paciente como el Madrid, que repitió gol antes del descanso. Una pared Vinicius-Modric lanzó al brasileño y ya nadie pudo cogerle. Mandó su remate al palo y Valverde impulsó el rechace a la red. El Pajarito lleva una semana de halcón mientras el Atlético lloraba las bajas de Savic y Giménez. Antes y después de ese segundo gol, el Madrid volvió a tirar de su comodín: Courtois. El belga paró un gran disparo de Griezmann y otro más cercano y menos colocado de Carrasco.

Con la soga al cuello, el Atlético alzó su presión en busca de una recuperaci­ón más rápida, pero se quedó corto en el último pase. Ahí supo cerrarse el Madrid, que administra­ba el resultado desde el toque y el quite sin otra amenaza que las contras inconclusa­s de Rodrygo y Vinicius, bajo arresto por un espléndido Llorente.

A media hora del final Simeone sacó el parque de artillería, Cunha y Morata. Después Correa. El Atlético no encontraba otro camino que el córner para amenazar. Y en uno de ellos marcó de casualidad. Courtois repitió salida en falso, la pelota golpeó en el hombro de Hermoso y se coló en la meta del Madrid. Lo que antes había buscado con sentido se lo encontraba el Atlético de rebote y se procuraba un final de esperanza, con la complicida­d de un estadio absolutame­nte inocente en la derrota. En ese clima de sobreexcit­ación se fue a la calle Hermoso, el hombre de la de cal y la de arena, por un exceso de rigor de Munuera, el que le faltó antes con Reinildo. Y ahí, malhumorad­o, se le fue el derbi al Atlético, a ocho puntos ya de un vecino que aguanta mejor la alta tensión.

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 ?? ?? Vinicius celebró así el gol de Rodrygo en el primer tiempo, que adelantó al Madrid en el marcador de un derbi con un ambiente muy crispado.
Vinicius celebró así el gol de Rodrygo en el primer tiempo, que adelantó al Madrid en el marcador de un derbi con un ambiente muy crispado.
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