La Selección: un pensamiento dicotómico
Hay muy pocos contextos donde el ser humano transita de la ira al éxtasis en tan poco tiempo. Diría que solo uno: un partido de fútbol de la Selección española. Empezamos abucheando a Morata y acabamos celebrando sus goles y coreando su nombre. Mientras para unos, Eric Garcia es de chiste, en el mismo partido es el mejor central que España puede tener… Y así con Unai Simón, Jordi Alba o el mismísimo entrenador.
Los psicólogos llaman a esto “pensamiento dicotómico”. Es decir, los humanos enjuiciamos la realidad en términos de polos opuestos. Necesitamos héroes y villanos. Opinamos con el corazón, más que con la cabeza. Y a veces nuestra energía se dirige más a odiar lo que no nos gusta, que a aplaudir a nuestro equipo.
EPs algo extraño porque nuestra Selección debería llenarnos de un sentimiento de identidad, unirnos, independiente de qué club provengan los jugadores y el nombre que aparezca en su camiseta. Pero en el caso de la Selección todo es criticable, que si el andamio, que si ahora el walkie, a pesar de que marche líder de su grupo en la Nations League, que se esté jugando el pase para la Final Four del próximo junio y sobre todo, que en estos partidos vamos a ver lo que podrá ser nuestra Selección en el
Los humanos enjuiciamos la realidad en términos de polos opuestos
Mundial.
or supuesto que España tiene defectos. No es un equipo contundente en defensa, a veces se diluye en el momento más inoportuno y no tiene un líder en el campo que pueda tirar del carro en los momentos difíciles. También creo que la personalidad del seleccionador y su relación con la prensa han condicionado absolutamente todos los análisis. Como él dice: “Es muy difícil gustar a todos. Yo gusto a muy pocos”. Yo me quedo con su forma de ver el fútbol y con su personalidad para elegir a los jugadores, no con el mejor estado de forma, sino los que mejor se acoplan a su modelo de juego. Ejemplos hay varios: Asensio, Ferran, Alba…
Además, esta Selección tiene virtudes que muy pocas veces se destacan. Es un equipo con talento, joven y comprometido con su seleccionador. Practica un fútbol ofensivo, domina varios registros, al pie y al espacio, por dentro y por fuera y eso es de agradecer. Todo un ejemplo de lucha, resiliencia y compromiso.
Mucha suerte Luis. Quiero pensar que el fútbol tiene tanta magia que si la gente pasa del desengaño al entusiasmo podamos vernos, por qué no, campeones del mundo y en esa euforia dar una bellísima asistencia de gol para entre todos marcar el tanto de la final.