AS (Las Palmas)

Fede Valverde, la intrahisto­ria de un fichaje crucial

Fue como el gol de Ramos en Lisboa, pero a nivel de despachos

- DAVID ALONSO

El uruguayo ha pasado de ‘Pajarito’ a ‘Halcón’ y vuela alto en el Madrid, pero estuvo a punto de ser jugador del Arsenal, con el que alcanzó un acuerdo verbal.

In extremis y de una trascenden­cia enorme según ha demostrado el paso de los años. Rebobinand­o en el tiempo y analizando cómo acontecier­on los hechos, lo normal es que El Halcón uruguayo estuviera ahora sobrevolan­do el estadio del Emirates en Londres con la camiseta del Arsenal puesta, pero el Madrid se cruzó en su camino en el último instante y cambió su destino. Cuando Fede aún era El Pajarito, en su versión más tierna, el prestigios­o captador Francis Cagigao,

mano derecha de Arsène Wenger durante más de dos décadas en el Arsenal y reconocido como uno de los mejores scouters del mundo en los últimos tiempos, se fijó en él después de seguirle en varios partidos y torneos desde que tenía 15 años y jugaba en las categorías inferiores de Peñarol.

Tras convencer Cagigao a su familia, a su agente y a su club, Valverde, con 16 años, viajó a Londres en diciembre de 2014 junto a su madre, su hermano Pablo (mayor que él) y un directivo de Peñarol. Estuvieron 6 días en Londres, alojados en el hotel Sopwell House, en Saint Albans,

muy cerca del Arsenal Training Centre. Se entrenó varios días con los jugadores del Sub-23 y en una ocasión con el primer equipo. También le realizaron pruebas físicas que ya arrojaban datos sorprenden­tes para su edad y su complexión, aún en plena formación. Tras la aventura londinense del clan uruguayo, de la que se fueron encantados, el Arsenal dio un paso más y su negociador principal, Richard Law, se trasladó a Montevideo

para terminar de concretar el fichaje con los directivos de Peñarol y con su agente en aquella época, Gerardo Rabajda, un exportero que llegó a jugar en el Sevilla y en Rosario Central.

Con ambas partes el Arsenal alcanzó un acuerdo verbal pero no se llegó a firmar. El entorno de Valverde dio su consentimi­ento, pero decidió esperar al final del campeonato sudamerica­no Sub-17 que estaba a punto de disputarse en Paraguay.

Sin embargo, aquel torneo dio un giro inesperado a las previsione­s y lo cambió todo. Valverde marcó siete goles con la selección celeste (dos a Argentina, otros dos a Brasil y uno a Chile, Bolivia y Paraguay). Finalizó como segundo máximo goleador del campeonato por detrás del brasileño Leandrinho, que anotó uno más y actualment­e juega en el Bragantino de su país. Más allá de los goles la actuación de Valverde fue deslumbran­te y llamó la atención de los grandes clubes de Europa que estaban allí presentes.

El del Madrid no lo dudó. Pasó informes inmejorabl­es y la recomendac­ión de ficharlo de forma inmediata para adelantars­e a la enorme competenci­a que ya empezaba a surgir. El Arsenal reclamó su prioridad y cumplir el acuerdo ya existente (con apretón de manos de su agente a un dirigente del Arsenal incluido para refrendar el pacto). La oferta del Arsenal a Peñarol, que hizo contrato profesiona­l a Valverde antes de traspasarl­o, era superior a los tres millones de euros, pero enseguida la puja empezó a subir. La familia estaba dispuesta a cumplir el trato con los gunners, pero la aparición de actores imprevisto­s modificó el guion de una película cuyo desenlace parecía escrito.

Clubes de la Premier, de Italia y el Barça se interesaro­n por el chico y el Arsenal lo tenía todo preparado para su llegada, pero el Madrid se movió bien y rápido. Se estudió el posible fichaje en profundida­d, pero con la urgencia que requería la situación. Juni Calafat, en aquel momento responsabl­e de captación de jóvenes promesas en Sudamérica, fue quien más insistió en la necesidad de reclutar a aquel joven delgaducho porque veía en él una proyección de futuro tremenda. Al final, José Ángel Sánchez, director general, dio el visto bueno definitivo y por cinco millones el Madrid se llevó el pájaro a su jaula. En julio de 2016, ya con 18 años, Valverde aterrizó en Madrid para sumarse al Castilla de Solari, donde coincidió con otros jóvenes talentos como Achraf, Odegaard, Reguilón o Mario Hermoso. A partir de ahí, con el Deportivo de la Coruña como estación de paso, el Pajarito comenzó su metamorfos­is hasta mutar en Halcón. Ahora vuela alto, ha afilado sus garras y ha superado las expectativ­as más optimistas que había sobre él. Costó cinco millones y la última valoración de mercado, según Transferma­rkt, es de 70M€. El Madrid compró un Ferrari a precio de utilitario gracias a una gestión relámpago muy efectiva que le ha salido a pedir de boca.

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