Bahamontes, eterno: su estatua ya luce en Toledo
El legendario ciclista recibió un multitudinario homenaje en su ciudad
Federico Martín Bahamontes ya tiene su estatua en El Miradero de Toledo. Cómo no, en una cuesta, en las que este toledano universal, nombrado el mejor escalador de la historia del Tour, forjó su leyenda. Él mismo fue el encargado de destapar la obra del escultor Javier Molina, que le inmortalizará como símbolo de una localidad que se congratula de tenerle como un referente.
El héroe de aquella España de finales de los 50, que se sintió orgullosa de su pionero triunfo en el Tour de Francia, recibió un merecido homenaje al que pocos quisieron faltar. Miguel Indurain, Pedro Delgado y Carlos Sastre como representantes de aquellos a los que allanó el camino, todas las autoridades que coincidieron en nombrarle como el mejor embajador de su tierra... y, sobre todo, sus paisanos. Esos que le conocen de toda la vida. “¡Fede, ya era hora! ¡Te lo mereces!”, le decían mientras le pedían, desde niños a contemporáneos, autógrafos y fotos.
Acompañado.
Una jornada que arrancó en el Paseo de la Vega con un recorrido en descapotable, cortejado por numerosos ciclistas, que recordó a aquel de 1959, cuando volvió a su ciudad tras protagonizar lo que él mismo catalogó como “la gran afrenta a la Francia de entonces”: que un español fuera capaz de conquistar un Tour.
Ya en El Miradero, fue recibido con una fuerte ovación por el numeroso público que quiso arropar a su vecino. Y el protagonista, a sus 89 años, no perdió ocasión de mostrar su fama de personaje abierto y dicharachero cuando le tocó subir al escenario y tomar la palabra: “Sé que me estoy extendiendo, pero le estoy hablando a mi gente, que sé que lo que le gusta es que le cuente mis batallitas”.
Y de esas Bahamontes tiene muchas, protagonizadas en las grandes cumbres de Alpes y Pirineos ante muchos de los que, como él, ya tienen su sitio en el Olimpo del ciclismo (los Coppi, Bartali, Anquetil...). “En una época en la que en aquella España de la dictadura no era fácil divertirse, él hizo vibrar a todo un país”, destacó Pedro Delgado.
Hitos, leyendas historias... que pasarán de generación en generación entre los aficionados al ciclismo. Esos que ahora tienen en El Miradero toledano un sitio de peregrinación obligada. La estatua del Águila de Toledo. La que Fede merecía desde hace tiempo. La que sus paisanos contemplarán con orgullo para siempre.
Cortejo Llegó en un coche descubierto junto a un gran número de ciclistas
Patrimonio Su escultura en El Miradero se convertirá en lugar de peregrinación