Argentina deprime a Messi
Venezuela acribilló a la contra a un equipo vulgar
Decepción Messi volvió a ser ese líder solitario y casi autista de su selección
Messi revivió los problemas que sufre con Argentina y en una semana pasó de ser el jugador sin igual que deslumbró con el Barça al vulgar que se viste la Albiceleste. Era su regreso tras ocho meses y en hora y media quizá se le quitaron las ganas de semejantes desencantos. Tuvo que jugar los 90 minutos cuando se esperaba de él una vuelta plácida y sin desgaste.
Pero Argentina tiene un problema que va más allá de Messi, en todo caso. Da la sensación de que el equipo se quedó anticuado para siempre en los 80, como si no existieran en la vida más que los tangos de Gardel o las filigranas de Maradona. El fútbol evolucionó y no hay quien consiga insuflar ese espíritu al equipo. Scaloni, rebotado desde las inferiores, quiso meter tres centrales siguiendo la moda europea, pero Argentina defendió tan mal como acostumbra. El planteamiento de Venezuela le trituró.
Dudamel lleva años trabajando con esta generación, a la que hizo subcampeona del mundo Sub-20, y se notó la labor. Fue un amistoso que tuvo poco de prueba y sí mucho de Copa América. El joven guardameta Faríñez liquidó las pocas esperanzas de Argentina en los escasos acercamientos de los primeros minutos, mientras que el náufrago Rondón se bastó él solo para desarmar a la tibia zaga argentina. Un balón largo hacia él lo convirtió en el primer tanto.
Triste. Lejos de reaccionar, cada contragolpe de Venezuela acribilló a Argentina. Messi sufría en silencio, casi de manera autista, como sólo con la selección se ve. Sobre todo cuando Murillo hizo el 0-2 al borde del descanso. Las flechas venezolanas se clavaban en el corazón albiceleste.
Scaloni movió fichas, metió un nueve más (Matías Suárez) junto a Lautaro y se entregó a Messi. Parecía que había lugar a la reacción cuando acortó distancias el propio Lautaro, en una jugada en la que Messi inició el contragolpe con un buen control de pecho. Un espejismo. Ni Argentina emitía señales ni Messi era el del Barça.
A Venezuela tampoco le temblaron las piernas. Siguió afianzándose en torno a Faríñez y esperó a que con espacios pudiera liquidar en otra contra. Y llegó con un penalti que anotó Josef Martínez. Un tanto que recupera el estado depresivo de un Messi que con Argentina se despeña. La camiseta de su país le transforma para mal. El debate sigue. El otro Messi ha vuelto.